miércoles, 27 de octubre de 2010

Masculino singular



Todos los hombres somos iguales. Una afirmación común entre el sector de las féminas, que a pesar de caer en el error de lo genérico, no por ello deja de tener su punto de verdad.
Reconozcámoslo tíos, somos simples, más que el mecanismo de un chupete, pero ¿realmente os importa?. Yo creo que si hay un mamífero del género másculino al que no le molesta, ni incomoda siquiera un poquito su simpleza, esos somos nosotros.
Dos conceptos: Fútbol y Sexo (el orden de los factores no altera el producto). Un binomio perfecto y la base científica de todo macho común de la especie humana. Si a un hombre le preguntas qué prefiere de las dos cosas, no sé qué contestará, pero pensará con toda seguridad que sexo mientras ve el fútbol.
El cerebro masculino se compone de diversos elementos que forman un todo compacto y duro, muy duro.
Tenemos un núcleo central ocupado por el pensamiento sexual, sería como nuestro sol cerebral, en torno al cual giran el resto de espacios.
Un hombre no mira una teta, mira las dos. Es una cuestión de instinto depredador, derivado de nuestros años de lactancia. Lo de observar el trasero es más que nada para no dejar cabos sueltos.
El macho alfa dominante es aquel que se adueña del mando a distancia y lo hace su cetro de mando, su batuta, la extensión de su brazo, su amigo, su tesoro.
Igualmente, es generalizada la acusación de que no escuchamos. Es cuestión de audición selectiva, de un poder de concentración concreto. Es tan sencillo como saber tocar la tecla adecueda, me refiero a utilizar ciertas palabras clave que harán automáticamente que prestemos atención. Aunque si nos tocan la otra tecla obvio que también agudizamos los sentidos. Las dos palabras fundamentales son de nuevo el binomio: fútbol y sexo.
¿Por qué nunca escuchamos a un bebé llorando de noche?, ¿por qué escapamos siempre de las preguntas personales?. Selección natural amigas.
Existe una pequeña glándula en todo cerebro masculino que es la que se encarga de la puntería en la micción. Aunque parezca tiro hecho, hay veces que la gesta no es tan secilla. Todo hombre que se precie amanece con la bandera izada, factor condicionante para que el chorrillo acierte en el centro de la diana. Eso sin contar cuando se divide en dos y las probabilidades de acierto se ven obviamente divididas, además de los movimientos compulsivos para intentar atinar sin éxito.
Las tareas domésticas se nos atragantan igual que a vosotras, pero en general somos más vagos. Lo único que limpiamos es el coche y no siempre. Eso de que vosotras lo hacéis mejor no es más que una excusa barata para escaquearnos, pero se dice que lo que funciona es mejor no tocarlo. Tenemos dentro un experto en excusas.
Manejando una plancha somos unos zotes, pero con el mando de la play somos unos figuras y podemos pasarnos horas y horas ejercitando los dedos sin acusar el cansancio.
Básicamente somos como perros de Paulov que respondemos babeando a ciertos incentivos que tienen más que ver con el órgano reproductor femenino, que con la inteligencia que se nos presupone.
Pero chicas, mujeres del mundo, a pesar de los pesares, aunque os duela, sabéis y podríais vivir sin nosotros, pero no queréis.
Y lo que es más importante, ¿no es cierto que sin nosotros vuestra vida sería un poquito más aburrida?