martes, 12 de octubre de 2010

Día de la hispanidad


En calidad de objetor de conciencia que retrasó todo lo posible su incorporación al servicio militar obligatorio, tanto como para librarme finalmente, no puedo tener un sentimiento distinto a esta celebración anual que no sea el de incomprensión.
Por delante va mi máximo respeto a los seguidores de este tipo de espectáculos militares, pero nunca he entendido la necesidad de gastar dinero en un desfile que no creo que sea del agrado de la mayoría de la población. Quizá haya gente a la que le haga gracia asomarse unos instantes por la ventana y ver los aviones pasar, pero tampoco creo que les vaya la vida en ello.
Es cierto que si se trata de gastar dinero, hay muchas otras cosas en las que se hace y tampoco nos quejamos, pero tal vez deberíamos. Llevo toda la mañana escuchando el recorte que se ha hecho para este año, pero es que la situación económica no está precisamente para dispendios, así que entra dentro de la lógica que se haya tenido en cuenta. Aún así, desde mi humilde opinión como contribuyente, sigue siendo excesivo.
Si hicieran un referéndum entre los españoles, quizá el futuro de este tipo de eventos no sería demasiado alentador. Se puede pensar en la cantidad de gente que acude a La Castellana a vivirlo en primera persona, pero no estoy muy seguro de si van por sentimiento patrio o sólo para pedir la dimisión de Zapatero. Por los gritos me quedo con la opción dos.
Más allá del espectáculo de las Fuerzas Armadas, la otra característica de este día, llamado también de la Hispanidad, es llevar a cabo un hermanamiento cultural entre los distintos pueblos Iberoamericanos. No está mal la idea, pero este buen rollo, esta integración cultural y este respeto mutuo, debería ser de una duración más alargada a las 24 horas.
Sin olvidar la historia, ya que se podría poner entre comillas la palabra fiesta, dado el origen de esta celebración. Pero la historia forma parte de nuestra existencia, para bien o para mal, y por el bien de todos conviene tenerla en los libros, pero no convertirla en actualidad. 
Al menos yo, le agradezco a la historia las personas tan maravillosas que ha traído a mi vida desde el otro lado del charco.