lunes, 18 de octubre de 2010

Licenciado en Lunitis


Desde muy temprana edad he mantenido una extraña relación con los lunes, especialmente por la mañana. Con el paso de los años, he desarrollado una especie de resignación, a la que también podríamos denominar como obligada responsabilidad, que me ha hecho ir evolucionando en esta relación de la que hablo.
Los que pertenecemos a una generación concreta, encontramos en la película de E.T la idea perfecta de cómo combinar termómetro y lamparita para subir lo deseado el mercurio. Los hay que jamás dominaron esta técnica y tenían una fiebre tan alta que ni el menos espabilado de los progenitores mordería el anzuelo. Caso aparte son los que rompieron más de un termómetro.
A fin de cuentas, para mí esos siempre fueron unos simples aficionados.
Aún recuerdo a mi hermana preguntándose en voz alta por qué ella iba al colegio cada lunes, mientras yo sufría una semana tras otra una enfermedad incurable... al menos hasta un par de horas más tarde. Habilidad querida hermana, habilidad.
Una combinación de cara inocente, interpretación impecable y manejo del sentimiento materno eran esenciales. Las madres siempre recurren a trucos y saben que la enfermedad no es tan grave, pero en el fondo son madres y en la batalla psicológica acaban perdiendo.
Todo comenzaba el domingo por la noche, ahí ya se gestaba lo que iba a suceder a la mañana siguiente. Mala cara y dolor de tripa, síntomas claros de esta grave enfermedad llamada Lunitis, conocida científicamente como Nachitus fingis, que llegó a tal grado de perfección que el dolor era real.
Por increíble que parezca, era un dolor que conseguí crear de verdad, con claros tintes psicosomáticos, ya que la duración del dolor era exactamente proporcional al tiempo que tardaba en librarme de ir al cole. Aunque también me funcionó en clases extraescolares de inglés, tenis, judo y un largo etcétera.
Antes he dicho que las madres intentan trucos, pero no saben que en el fondo están colaborando y jugando en su contra. Agua con azúcar simulando un jarabe para el dolor de estómago. ¿Eso es todo?. Poca defensa contra un profesional.
El caso es que con el paso de los años, aunque no ejerzo, soy titulado en Lunitis, con Máster en dolor de tripa.
Hay cosas que no cambian, así que lo mismo un día de éstos, me saco el Doctorado.