martes, 31 de agosto de 2010

Los insectos

¿Alguna vez te ha pasado que le pegas un pisotón a un bicho con quincemilquinientascincuentaydos patas, antenas largas y aspecto de picar, y al hacerlo y verle espachurrado sientes remordimiento de conciencia?
¿Eres buena o mala persona?.
Es decir, ¿qué nos hace buenos?, ¿el no hacer las maldades que estamos pensando?, ¿ o arrepentirnos después de hacerlas?.
¿El psicópata es malo por tener pensamientos asesinos o por llevarlos a cabo?
Si tienes pensamientos asesinos pero nos los realizas, ¿eres realmente la bondad personalizada?
¿Existe alguien que sea incapaz de pensar en algún momento "ojalá te pilles los huevos al subierte la cremallera pedazo de..."?. Ojito con las contestaciones religiosas de la otra mejilla, que Jesús se fue del templo echando pestes.
¿Existe la mala conciencia de pensamiento o solo de actos?
Pues no sé vosotros, pero yo por si acaso, me cago en su padre.

jueves, 26 de agosto de 2010

No es justo

No es justo que una cara tan inocente pague las barbaridades que se hacen en este planeta.
Los culpables de estas atrocidades no pueden hablar de justicia.
Ninguna explicación puede ser convincente cuando se trata de niños que no tienen la culpa de que este mundo funcione como funciona.
Porque no es el mundo como tal lo que es malo, sino los que habitamos en él y nos empeñamos en convertirlo en un infierno.
La esperanza que queda es que los que entren a este blog y vean la foto de esta niña, sientan un pinchazo en el corazón y una profunda tristeza, eso significa que aún no estamos curados de espanto ni acostumbrados a este tipo de escenas.
No es justo decir que vivimos en un mundo horrible, porque somos nosotros, los seres humanos, los que nos empeñamos en echarle mierda a diario.

martes, 24 de agosto de 2010

Plantando galletas

Hace años tenía un amigo, no es que solo tuviera uno (o quizá sí, a veces es difícil saberlo), que pasaba las horas en su terraza rodeado de macetas. Tenía la extraña afición de coger una galleta y trocearla bien, en pequeños fragmentos. Con sumo cuidado introducía cada uno de esos pedacitos en las macetas ya preparadas, con su tierra húmeda y la mejor orientación al sol. 
Cada día al caer la tarde, llenaba la regadera con agua fresca y la rociaba sobre sus pequeñas plantaciones con delicadeza para no erosionar la tierra perfectamente alisada. Era como un ritual que llevaba a cabo con una sonrisa que iluminaba su cara y con una puntualidad que no entendía de visitas o de miradas curiosas.
La gente le miraba con una mezcla de extrañeza y mofa, que por lo general se traducía en chistes y risotadas acompañadas por gestos que anunciaban su demencia.
Un día me acerqué a él mientras realizaba su minucioso ritual de regado y observación de la tierra.
- ¿Sabes que de ahí no saldrá nada, verdad?- le dije con mi sarcasmo característico.
- ¿Por qué no?- me dijo extrañado.
- Bueno, porque lo que has plantado son galletas. No puede brotar nada de una galleta.- le expliqué condescendiente.
- ¿Y si lo hace?
- Pues sería un milagro. Además, todo el mundo te mira como a un loco y se ríen de tí.
- La gente se ríe de todo aquello que no entiende, no por eso hay que dejar de hacer las cosas. La ilusión y la esperanza es lo que nos hace felices y nos mantiene vivos. En la vida, de todo lo que hacemos, mientras no hagamos daño a los demás, siempre brota algo.

Así que desde entonces, tengo reservada en mi terraza una maceta especial en la que de vez en cuando entierro trocitos de galleta y cada día, poco a poco, la voy regando. 
Con el paso de los años uno puede llegar a darse cuenta de que cuando las personas nos hacemos cachitos pequeños, casi migajas, con la paciencia, la ilusión del riego y el calor del sol, siempre brota una nueva vida, más fuerte que la anterior y cargada de una felíz esperanza.


jueves, 19 de agosto de 2010

Escupir hacia arriba



Hace años tuve un entrenador de fútbol, que cada vez que tenía que abroncar a alguno de los jugadores le decía que era más tonto que su primo el del pueblo, que escupía hacia arriba y se quedaba debajo mirando. Pues haciendo uso de estas "sabias" palabras, creo que se debe catalogar a los seis turistas fallecidos en este verano (y un herido más esta noche) que han hecho del denominado balconing, su deporte veraniego preferido.
Intentando mantener un respeto por los difuntos, a nadie se le escapa que es de limitados intelectuales tener como distracción saltar de un balcón a otro en los hoteles, e incluso de los balcones a la piscina. Dudo que el aburrimiento sea el culpable en este caso, más bien la idiotez humana que alcanza límites insospechados. Mucha razón tenía Einstein cuando dijo que "Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera".
Hay tantos motivos para querer disfrutar de la vida, que se hace absurdo pensar que alguien puede renunciar a ella de una manera tan fácil y carente de sentido. 
Aunque quizá en este punto cabe reflexionar, no sólo por lo vacías que están las cabezas de quienes practican algo así, sino de las vidas tan absurdas que llevan algunas personas.
Es una lástima que a diario niños enfermos, personas en accidentes de tráfico o en situaciones no deseadas pierdan la vida mientras otros desperdician las suyas.
Matarse por intentar saltar de un balcón a otro, no se puede, ni se le debería llamar ley de vida.

lunes, 16 de agosto de 2010

El efecto boomerang

En la vida hay reglas escritas y otras sin escribir. La auténtica similitud entre ellas es la frecuencia con las que ambas se cumplen o se dejan de cumplir. 
Las no escritas suelen contar con un número más elevado de escépticos que las discuten, pero no por ello dejan de ser conocidas e incluso respetadas. 
El mundo está lleno de maldades y personas que hacen daño a los demás. Muchos pensarán (seguramente los escépticos de las reglas no escritas) que los malos comportamientos a veces pasan inadvertidos y que probablemente nunca se paga castigo por ellos. Pero no es verdad.
Cada acto, cada jugada que hacemos en esta vida tiene su consecuencia como si de la trayectoria de un boomerang se tratara. Todo lo que lanzamos nos vuelve.
Así que aquellas personas que a lo largo de su vida hayan sido malvados y despiadados con otros, que hayan actuado por encima del daño causado a terceros, verán como antes o después, la vida devuelve aquello que un día lanzaron.
No te canses de dar aunque pienses que nunca recibes, porque al final siempre todo tiene un trayecto, más largo o más corto, pero siempre hay un final.
Y para aquellos que hayan hecho de la soberbia y la envidia su bandera, llegará el día en el que todo lo negativo que enviaron tomará su camino de vuelta.
Aunque aún así, quizá tengan la suerte de contar con la mano de los que un día dañaron, para perdonarles y mostrarles su lástima y condescendencia (es lo correcto), para pararles sobre sus cabezas la última parada del efecto del boomerang de sus vidas que acaban.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Fragilidad de memoria


Los seres humanos actuamos por impulsos, suelen movernos las injusticias (contra nosotros mismos o ajenas) y los desastres humanitarios que requieren solidaridad. Sería curioso que pudiera medirse la duración de los mismos, para saber si realmente somos como gatos a los que nos pisan el rabo y  saltamos, o como personas que luchamos y ponemos de nuestra parte hasta que un problema queda resuelto.
De esta reflexiones surgen las dudas.
Con estas dudas me viene a la cabeza Haití.
Se cumplen siete meses del desastroso terremoto que ha dejado un país entero derruido y con miles de personas con un futuro peor que incierto. Durante el primer mes las muestras solidarias se multiplicaban en forma de programas informativos especiales sobre el tema, campañas publicitarias de ayuda en las televisiones, radios, plataformas digitales e incluso de compañías de telefonía.
¿Qué ha cambiado siete meses después?
Que el impulso ha perdido fuerza, hasta el punto de que muchos de los que lean estas líneas volverán a pensar en Haití después de mucho tiempo (yo también lo he hecho).
La solidaridad no sólo se demuestra dando dinero, también es necesario el pensamiento colectivo, el luchar para que el dinero aportado no sirva para enriquecer a unos cuantos que no se preocupan por el futuro de familias enteras que ni siquiera tienen un techo donde pasar la noche, ni un trozo de pan que llevarse a la boca.
No es necesario que la ayuda salga de nuestros bolsillos, basta con mostrar interés por lo que meses después sigue ocurriendo.
Basta con no padecer de forma colectiva esta injusta fragilidad de memoria.

viernes, 6 de agosto de 2010

Tan fácil y tan difícil



En esta vida hay cosas que pueden resultar más fáciles según la regla moral que apliquemos y qué llevemos cada uno de nosotros dentro. Si no nos importa perder cualquier pedacito de nuestra vergüenza la cosa es fácil, pero si además carecemos de pudor e integridad personal, todo se convierte en un camino de rosas.
Tan difícil es levantarse cada mañana para ir a trabajar, a soportar a personas que quizá no tengas ningún ánimo para hacerlo, pero aún así, sabes que no te queda más remedio que apelar a tu sentido de la responsabilidad y la entereza. Eso es lo difícil, la forma en la que puede ser que nunca hagas una fortuna y tengas que continuar con la misma rutina hasta el último de tus días.
Cabe decir que los caminos de rosas también conllevan espinas y que la fama fácilmente adquirida es tan efímera que basta pasar la página de una revista para conseguir que pase a la historia.
Las hay que se desnudan porque su país haga un buen papel en el mundial, o si no es por su país, lo hacen por cualquier otro, es lo de menos. Otros se encargan de llevarlas  a la primera plana y ofrecerles un protagonismo que aceptan con esa carencia de pudor aplastante.
Tan culpables son los unos como los otros, pero siempre hay que poner una cara. En este caso la hay, aunque he buscado la foto más discreta. 
Flaco favor a las mujeres luchadoras que se levantan cada día para intentar acabar con una lacra social que nos persigue sin descanso. Más allá de la integridad de cada persona (allá cada uno con su vida), existen las causas comunes y las injusticias que se alimentan con gente que no colabora por cambiar una realidad patética.
Da lástima que sea tan fácil para algunas personas y tan difícil para otras, aunque todo en esta vida tiene su recompensa y dudo que esta chica despierte demasiadas envidias.
Aún así, ojalá estas mujeres dejen de comportarse como un simple objeto y dejen de tirar piedras sobre el tejado de la igualdad que tanto cuesta sostener a otras muchas mujeres.



miércoles, 4 de agosto de 2010

Vergonzoso...



"La FIFA multa a España por su juego duro en la final del Mundial"


Ese es el titular que nos encontramos hoy en los diarios deportivos, y nos deja claro que este organismo tiene flotando por encima unos aires extraños que llevan a pensar mal de los que lo dirigen.
Supuestamente la orden obedece al número de tarjetas que vieron ambos equipos durante el partido, por lo que la Federación holandesa deberá pagar 14.500 dólares y la española 9.500.
Francamente es incomprensible que el juego duro, lamentable, bochornoso y antideportivo de los jugadores holandeses siga sin tener el castigo que merece. 
Querido amigo Platini, está claro que la victoria de España no entraba en tus planes, que debes llevar sin dormir desde entonces, pero ya está bien. 
Dimos un recital de juego durante la final del pasado Mundial, a pesar de todas las patadas y agresiones sufridas, pero parece que las agresiones vienen también de los despachos.
Y es que desde hace tiempo (como diría Shakespeare)..."algo huele a podrido al sur de Dinamarca".

La fotografía


Cuando visitamos un lugar, un país o una ciudad bonita, siempre solemos cargar con nuestras cámaras de fotos colgando del hombro, del cuello, o si es pequeña nos la guardamos en el bolsillo. Buscamos la instantánea que nos sirva de recuerdo cada vez que la miremos pasado un tiempo.
Sin embargo, las fotografías las componen diversos elementos, como edificios, árboles, animales, paisajes en general y en otras muchas ocasiones reflejan personas. Nosotros aparecemos en muchas de ellas, con el lugar a recordar a nuestras espaldas. A los que nos gusta el arte de apretar el botón y capturar algo que dura para siempre, nos nutrimos a veces de modelos inesperados, incluso que son ajenos a los kilómetros que recorrerán guardados en las memorias de las tarjetas digitales.
Estas dos niñas las encontré en mitad de una montaña de Perú, un lugar que ellas debían conocer muy bien, pero que a mí me parecía el lugar menos indicado para que dos pequeñas estuvieran solas. Apreté el botón y las capturé, pero no me las llevé conmigo, se quedaron allí sentadas, con sus gestos y sus miradas. 
Cuando alguna vez he vuelto a mirar esta imagen, pienso en qué habrá sido de ellas. Con frecuencia se hacen este tipo de fotos y quizá no pensamos que el futuro está al acecho de estas figuras desconocidas. A lo mejor guardamos fotos de personas que ya no están, o que están pero sufren más de lo que seguramente les corresponde.
Años después no sé qué habrá sido de estas niñas, pero intento no perder esa sensación que es una mezcla de tristeza y preocupación al verlas. No debería haber niños en esas circunstancias, quizá la imagen sirva para llamar la atención de los que no quieren ver esta otra realidad de nuestro mundo.
Las personas existen y sus realidades permanecen vivas en ese estático paso del tiempo del papel fotográfico, conviene no olvidar dónde les encontramos, qué sentimos al verles.
Conviene mirar siempre más allá de la fotografía.