jueves, 14 de agosto de 2014

Carpe Diem (Relato: Parte 4)


Miró el reloj mientras el fino aire primaveral removía ligeramente su flequillo. Concluyó que sólo era tarde para un horario de oficina, para una sucursal del INEM a la que estaba seguro de que ya no llegaría.
Pensó en sus sueños abandonados, en las ilusiones rotas por las falsas expectativas creadas en un mundo inestable que nunca le había proporcionado la plenitud en la alegría buscada.
Entró en la agencia de viajes con la decisión del que sabe que hay momentos en los que de nuevo comienza la vida. Levemente pensó en su vértigo al fracaso, pero hoy no era ese día. Aún no era tarde para vivir el momento, para disfrutar del día a día.


-       Dos billetes a París, por favor. Sólo de ida.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Carpe Diem (Relato:Parte 3)


Vio al niño incorporarse y sintió que el corazón se le desencogía de golpe. Suspiró profundamente mientras preguntaba al pequeño si se encontraba bien y le ayudaba a levantarse.
Se tranquilizó cuando el muchacho echó a correr y se unió al resto de sus amigos, que se habían quedado mirando el suceso con el balón debajo del brazo.
La culpabilidad se fue diluyendo a cada paso que daba.
Sacó su teléfono móvil del bolsillo de la chaqueta, pulsó en la agenda y deslizó el dedo índice sobre su nombre para iniciar la llamada.

-       Sí, sé que hace casi uno año que dejaste de saber de mí - le contestó a la voz que extrañada le interrogaba por su señal de vida inesperada-, pero me apetecía invitarte a un café esta mañana.

Disfrutó con la visión del reflejo dorado de su cabello, producido por el sol que entraba por la cristalera. Con el verdor despierto de sus ojos, algo inquisitivos, pero igual de dulces que como los recordaba.
Le dijo que no había dejado de pensar en ella, que sus días habían sido largos y extraños en su ausencia. Que la casa estaba vacía, que nada merecía la pena si no podía compartirlo con ella.

-       ¿Qué pasa con tu trabajo?, ese tan importante que te consumía la mayor parte del tiempo y hacía incompatibles tus sentimientos.
-       Ya no existe. Sé que todo lo que hice y dije estaba equivocado. Vayamos a París.
-       ¿Para qué?
-       Quiero comprarme una taza como aquella que encontramos en nuestro viaje- dijo mientras observó que ella relajaba el rostro y asomaba una media sonrisa.
-       Si ya tienes una.

-       La perdí.

martes, 12 de agosto de 2014

Carpe Diem (Relato:Parte 2)


Agarró las llaves y dejó que su mente se quedara en blanco durante los seis pisos que el ascensor tardó en llegar a abajo.
Por primera vez respiró el aire fresco de una mañana avanzada, escuchó los sonidos de una ciudad en ebullición. Nunca se había sentido tan ajeno a un ritmo.
Caminó despacio, con la cabeza ligeramente inclinada, las manos en los bolsillos y una actitud tensamente despreocupada. Hoy no importaba.
Vio el balón aparecer frente a sus pies y no pudo contener la patada. Lo devolvió al parque de un toque perfecto, pasando por encima de la cabeza de un niño que se quedó parado en el asfalto mirando el esférico que era devuelto en mitad de su camino de ir a buscarlo.
Tan sólo escuchó el frenazo, un grito y un golpe seco.
Giró su cuerpo rápidamente mientras sus pies parecían tener vida propia y acercarse a pasos ligeros y veloces hacia el niño que yacía en el suelo sin moverse.

Llegó justo cuando el taxista se bajaba del vehículo sollozando un “no le vi, le tenía parado justo encima…”

lunes, 11 de agosto de 2014

Carpe Diem (Relato: Parte 1)


Las señales horarias acompañaron la aparición de los primeros rayos de sol que atravesaron las pequeñas rendijas de la persiana de su ventana. Apagó la radio despertador pero no hizo ni la mínima intención de incorporarse, hoy no era necesario.
Aún podía sentir la pesadez de sus ojos, irritados y con ojeras marcadas hasta alcanzar casi los pómulos de su ensombrecida cara. Sentía que los años le pesaban más que ayer. Se miró las manos y de pronto le parecieron más viejas, ajadas. El reflejo de un cuerpo lleno de cicatrices internas, desgastado.
Se giró hasta ponerse boca abajo con la almohada sobre su cabeza. Comenzó a apretar con fuerza hasta que sintió que le faltaba el aire y entonces soltó de golpe. Dejó caer los brazos a ambos lados de la cama, sin fuerza, aspirando por la boca para llenar los pulmones de un oxígeno viciado en esa habitación cerrada.
Se incorporó sin prisa, carraspeando la garganta seca y rascando su cabeza cubierta de pelo despeinado. La ducha y el café no hicieron el efecto deseado.
Se sentó agarrando con las dos manos la taza de porcelana blanca con una torre Eiffel dibujada. Un recuerdo de otra vida, de unos viajes y unas experiencias ya muy lejanas.
La empresa no obtiene los beneficios necesarios y tenemos que prescindir de gente, lo siento”.

No podía dejar de pensar en lo mucho que se habían equivocado.

sábado, 2 de agosto de 2014

Opiniones

Me preocupan las opiniones descontroladas y sin base. Siento cierta preocupación cuando veo a la gente sumarse a movilizaciones y protestas, simplemente por el hecho de seguir una corriente, pero no por conocimiento y criterio propio.
En la vida no hace falta ser experto en todo para poder tener una libre opinión, pero hay que ser cuidadoso y humilde a la hora de expresarse. 
Me cansan las opiniones convertidas en sentencias. Cada vez soporto menos a los tertulianos que copan radios y televisiones de este país, pretendiendo ilustrarnos cada día de la semana sobre un tema diferente.
El lunes toca Gaza, el martes Cataluña, el miércoles corrupción política, el jueves Siria, el viernes Ucrania, y así podríamos seguir un día tras otro. 
¿Es posible que el mismo tertuliano sea capaz de hablar de todos y cada uno de esos asuntos con el conocimiento profundo y necesario? 
La consecuencia inmediata de estas personas, que seguiré sobrevalorando llamándoles expertos, es que generan entre los oyentes y televidentes afines a ese medio, rebaños de opinadores igualmente desilustrados que siguen extendiendo la tela de araña.
Me enervan las modas solidarias, no soporto la frágil memoria que tenemos los seres humanos. Pasamos por encima de las catástrofes y de los horrores bélicos bailando al son que otros nos marcan, sin embargo, meses después, cuando los focos se apagan, casi nadie se acuerda de Haití y a la mayoría dejará de dolerles Gaza.
Vivimos en un mundo hipócrita en el que le pedimos que deje de matar al mismo al que le vendemos las armas. Pero tendemos a demonizar sin pensarlo dos veces, y sin tener en cuenta lo que provoquemos con ello. Criticar al gobierno de Israel no significa estar del lado de Hamas, ni pensar que todos los judíos están a favor de lo que está ocurriendo.
Hay que informarse, conocer bien los hechos, buscar la imparcialidad, y después decidir qué ideas y mensajes defendemos. El mío es el de la paz, sin importar el lugar, la raza o la religión. 
Los expertos y estudiosos tienen toda mi atención cuando hablan de aquello que saben.
Los que opinan sin conocimiento me cansan, no estoy interesado en perder con ellos ni un minuto más de mi tiempo.