sábado, 2 de febrero de 2013

Tu primer cumpleaños


Te miro y sé que no habrá nada de lo que haga en esta vida que pueda superarte.
Eres mi mejor logro, una ópera prima inmejorable que llenas de color este mundo que se nos va quedando poco a poco en blanco y negro.
Eres la primavera que mi corazón necesita cada día para ver los problemas con un candor distinto. Nada importa cuando está presente tu sonrisa.
Tus caricias, tus besos, tu mirada rebosante de picardía, son el alimento que cualquier alma cansada necesita. Contigo no hay espacio para la melancolía, sólo para la risa, el amor y la alegría.
El tiempo pasa rápido, y más rápido que pasará seguramente a partir de este día.
No hay mejor despertar que oírte y sentir tus caricias. 
Nunca se quiere demasiado, quererte se queda corto y expresar su magnitud en palabras resulta complicado.
Hoy es el primer año, el primero de muchos que espero seguir disfrutando a tu lado.


viernes, 1 de febrero de 2013

Un músico del Titanic


(foto:mitomanario.blogspot.com)

Se abre la brecha en el casco del barco y el agua entra sin remedio.
Este país se está convirtiendo en un lugar en el que es imposible mantenerse a flote, de nada sirve achicar agua.
Tampoco ayuda remar más fuerte, porque cuando los compartimentos empiezan a llenarse, hacer avanzar la nave se antoja casi imposible y únicamente se consigue una aceleración del agotamiento de algunos tripulantes.
Las ratas suelen ser las primeras en abandonar el barco, pero en este caso, son precisamente las que se quedan escondidas y agazapadas en él, después de haber hecho todo lo posible para agrandar el hueco por el que se cuela el agua.
La orquesta ya está en cubierta interpretando las últimas notas de su triste melodía. No se les ve, pero están ahí.
Ha sido la primera noche triste de un hundimiento anunciado, quizá para regocijo de muchos, que equivocados creen que no acabarán en el fondo con el resto del mobiliario.
Amanece y es momento de otear el horizonte.
Hoy me siento como un músico de la orquesta del Titanic, interpretando una melodía que nadie valora ni escucha, mientras se va hacia el fondo el barco.
Eso sí, llevo un chaleco salvavidas a prueba de mordeduras de ratas.