lunes, 11 de octubre de 2010

Las botas de agua


Son muchos los recuerdos que pueden tenerse de un día de lluvia. Se nos pueden venir a la mente los pensamientos melancólicos, que parece que son los primeros en aparecer en nuestra cabeza cuando el día se pone el traje plomizo, y las primeras gotas hacen su aparición.
Sin embargo, más allá de la agradable sensación de ver las gotas en los cristales, de observar a través de la ventana cómo cae la lluvia mientras permances guarecido bajo una manta caliente, vienen los recuerdos que te marcan especialmente cuando eres pequeño.
A prácticamente todos los niños de este mundo les encanta saltar sobre los charcos, parece que es algo obligatorio, si eres niño, no te importa mojarte los pies. Eso cambia cuando eres mayor, la película es totalmente distinta; Si te mojas los pies, gruñes.
Recuerdo aquellas botas de goma azul y suela blanca que mi madre me ponía para ir al colegio los días de lluvia. Tenían un forro como de borreguito por dentro, un detalle que las hacía especialmente calentitas a la par que incómodas.
Me explico. El forro tenía la fastidiosa virtud de succionar el calcetín de tal forma, que a los pocos minutos, la punta de la bota almacenaba la totalidad del calcetín hecho un burruño. Por más que los estiraras cuando ibas notando la succión, por más que tirases de ellos casi hasta poder ponértelos de leotardos, siempre acababan arrugados en la punta y tu pie desnudo.
Para rematar la jugada, el contacto del pinrel con el forro de borrego, producía una sudoración involuntaria que provocaba la humedad de la extremidad, pero también el arrugamiento garbancero de la misma.
En días como hoy en los que llueve, aún se me viene a la cabeza el recuerdo de estas botas, con una mezcla de cariño y rechazo al mismo tiempo. 
Lo que está claro es que muchas veces los padres son crueles con los hijos, aunque sea de buena fe. Buscan que el niño esté calentito y no se enferme, pero no son conscientes de los posibles traumas que pueden causar.
Mi consuelo, que ya me tocará ser padre, y ahí vendrá mi venganza.