viernes, 7 de agosto de 2015

Aún podemos seguir volando



Para poder mirar hacia atrás, hace falta haber caminado hacia adelante primero. 
Los pasos no son siempre lo firmes que querríamos que fuesen, son como huellas en arena mojada, bañada ligeramente por la espuma del mar. Con ellas se hace más complicado el camino de vuelta.
El que retorna no es siempre un viajero vencido, sino el que exploró absorbiendo las vivencias necesarias para ser capaz de emprender nuevos caminos y enfrentarse a más errores que seguirán componiendo su travesía.
El orgullo es lo que nos debe quedar en la derrota, que debe ser reconocida, pero nunca asimilada como definitiva. 
No importa si las pisadas no tienen eco, si son sigilosas y pasan inadvertidas. Nos preocupamos demasiado en dejar el rastro para que otros nos reconozcan y encuentren. En ocasiones descuidamos lo importante, que es el punto de destino.
Las mareas son un ciclo constante. Nuestras vidas no son menos.
Hoy es el mañana que está por escribir. 
El futuro no es más que el resultado de lo que hoy, con nuestros aciertos y equivocaciones, tejimos en un cielo que nos invita a mirarlo, que nos dice que con cada sueño, aún podemos seguir volando.

miércoles, 1 de julio de 2015

El mar calmado



Mientras las esperanzas permanecían calladas, las semillas iban floreciendo debajo de la tierra seca, que al rascarla, resultó estar más húmeda de lo que parecía.
La ilusión se conserva mejor con los ojos cerrados, la realidad suele asustarnos y nos hace perder la confianza en que si se quiere se puede. 
Pero sin ver, no llegaremos a ninguna parte.
Los caminos no son de espinas si sabemos encontrar los atajos. 
No es necesario echar la vista atrás si lo que se pretende encontrar siempre estuvo unos pasos por delante. Ahí, al alcance de nuestras manos.
Las verdades no son absolutas, le pese a quien le pese, aunque sean motivo de no poder sostener argumentos vacíos. No hay que demostrar la inocencia cuando se tiene la conciencia tranquila.
Vivir sin abrir los ojos no supone ser más feliz al tener un corazón que no siente. Los ojos que no ven, se pierden demasiadas cosas irrecuperables de la vida.
No hay fórmulas mágicas, sólo decisiones.
Todo mar tuvo que pasar la tempestad para después permanecer calmado.

martes, 19 de mayo de 2015

Personaje de cuento


Cada noche me siento a tu lado y mi voz se transforma. 
Por arte de una magia, que sólo tú y yo compartimos, mi ropa se va transformando y se ajusta a la vestimenta de cada personaje que aparece en las páginas que leo. 
Ayer fui Peter Pan, los niños perdidos, e incluso el malvado Capitán Garfio. 
He sido Robin Hood, el príncipe de Cenicienta, el oso Baloo, y cada uno de los siete enanitos. Tu sonrisa aparece cuando soy Blancanieves, Mulán o Pocahontas. El Rey León te entusiasma cuando pongo mi voz profunda del rey Mufasa enseñando a su cachorro.
Con cada "Colorín colorado..." termina nuestro momento compartido, esos minutos de cuento en los que agarras mi mano mientras viajamos juntos a una fantasía, que sólo a ti y a mi nos pertenece.
El mundo real es el que es, y no siempre es posible cambiarlo. 
Por eso, siendo consciente de que el "felices para siempre" no tiene cabida en todos los cuentos, cada noche te seguiré llevando a mundos mejores y muy muy lejanos, donde las estrellas marquen el camino en el horizonte y los buenos pensamientos consigan que continuemos volando.
Prometo hacerlo, hasta gastar la última gota de mi voz si es necesario.

viernes, 30 de enero de 2015

El Whatsapp

                                                


- Hola, estás ahí?

- Sí - Respondió el whatsapp, abriendo en la oscuridad un ojo y guiñando el otro, mientras se acostumbraba a la luz de la pantalla.

- Anoche soñé contigo - Escribió mientras se ruborizaba por el atrevimiento - Soñé que al fin estábamos juntos, que nuestras miradas se cruzaban hasta fundirnos en un abrazo interminable.

Sintió que el corazón se le aceleraba sin poder contener la sonrisa. Volvió a leer el mensaje y le transportó a un tiempo pasado, a un ayer mejor, más feliz y alejado de la soledad que asolaba su alma.
Con la mano izquierda dejó su teléfono personal sobre la mesilla, mientras que con la derecha depositaba el dispositivo del trabajo en la otra pequeña mesita de noche.
Suspiró profundo, con añoranza, esperando que en un futuro próximo, otra persona fuera capaz de darle el cariño que él se daba a sí mismo.