jueves, 30 de septiembre de 2010

El volante me transforma



Es algo que me sube, y no es la bilirrubina, que me hace sacar mis instintos más primarios. No sé cuál será ese componente genético u hormonal, que es común en prácticamente todos los seres humanos y nos hace experimentar una metamorfósis casi Kafkiana, con la diferencia de que no nos convertimos en cucarachas sino más bien en tigres de bengala.
Personas que llevamos con total tranquilidad nuestras vidas, somos capaces de perder los papeles, arrugarlos, destrozarlos e incluso comernos el paquete de folios completo si hace falta, en cuestión de décimas de segundo.
Los amantes de los cómics lo podrán entender si imaginamos un globito lleno de rayos, sapos, calaveras y culebras, saliendo de nuestra boca.
El caso es que a mí luego me entra la risa. Después de haberle puesto a caer de un burro, llamarle lo inimaginable y acordarme de toda su santa familia en cuestión, me imagino mi estampa desde fuera y no puedo evitar sentirme gracioso.
Está mal, lo sé: Niños, no se dicen palabrotas. Aunque a veces te quedas muy agusto cuando las dices.
Hay algunos conductores que son prodigiosos. Son capaces de si se les cruza uno sin intermitente; darle las luces, tocar el cláxon, hacerle los cuernos, y todo ello mientras sacan la cabeza por la ventanilla con la vena del cuello hinchada. Una capacidad admirable para hacer tantas cosas a la vez.
De lo que no cabe duda, y estaremos todos de acuerdo, es que hay mucho inútil conduciendo. Aunque pensándolo detenidamente, ¿quién dice que alguna vez no nos hayamos encontrado y hayamos compartido un momento tan tierno?. Por si acaso: Tú más.
El colmo de los colmos me ocurrió el otro día, cuando un coche se me cruzó tres carriles de golpe, sin indicaciones ni anestesia. Como corresponde le hice un leve ¡pip!, levantando ambos brazos en expresión de...¡¡hombreeee!!
No sé cuántas ventanillas tiene de serie el Seat Ibiza, pero salieron brazos por todas partes, incluso una cabeza por el tubo de escape. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fueron los cuernos sacados por el copiloto.
Ya, seguro que estaréis pensando que una peineta es algo común, no es para tanto. Ahora es cuando lo completo diciendo que al adelantarle descubrí que el copiloto era un cura negro, con su sotana y alzacuellos de rigor.
Y de estas experiencias tan enriquecedoras para el ser humano y tan relajantes para el conductor que se producen en el mundo entero, sólo puedo concluir; que madre mía cómo está el tráfico y joder cómo anda el clero.



miércoles, 29 de septiembre de 2010

Un piquete en mi espejo



Esta mañana al levantarme me he encontrado un piquete en el espejo. Un tipo con cara de sueño y desaliñado que me señalaba con el dedo y me invitaba a volver a la cama con el gesto torcido. He sacado mi cartera, le he dado la vuelta y la he golpeado con leves toquecitos hasta que el piquete se ha quedado satisfecho del resultado: dos monedas de un céntimo y tres de cinco.
Creo que el piquete se ha convencido, hasta el punto de que se ha sacado la cartera y me ha dado un par de euros.
Muchos de los que hoy estamos desarrollando nuestra actividad habitual, mileuristas trompeteros, huelguistas morales, nos duelen las perras que nos quitarían a fin de mes al respaldar la huelga, contando que llegado el momento conserváramos el puesto y la nómina.
Para empezar, vamos a ver de dónde viene la cosa:
Huelga es una palabra derivada del verbo holgar, que significa "descansar, estar ocioso". A su vez, holgar deriva del término folgar, palabra común a las tres lenguas romances hispánicas, procedente del latín tardío follicare, "resollar, jadear"( no penséis mal cochinos), haciendo referencia a la imagen del caminante que se detiene para tomar aliento en una cuesta. A día de hoy muchos jadeamos y resollamos para llegar a fin de mes, así que nos vale perfectamente.
Cuando el reposo se torna habitual, el que lo disfruta se convierte en holgazán. No es el caso.
En cambio, si hablamos de medidas sindicales de paralización de tareas, los que las llevan a cabo son huelguistas. Aquí sí damos en el clavo.
Y así llegamos al día de ayer, en el que la pregunta más habitual no era otra que: ¿oye tu haces huelga?. Si hay alguien que lea esto y que no le hicieran ni una sola vez esa pregunta, que me lo cuente.
Y por supuesto al de hoy, en el que mi piquete del espejo al final se ha venido a trabajar conmigo, aunque eso sí, con la moral en huelga y los pensamientos de brazos cáídos.


martes, 28 de septiembre de 2010

Mis amigos los duendes



Hace pocos días que me encontré con el primer duende. Si digo que fue el primero, es porque después he ido conociendo más y a cada cual más simpático y carismático. No tienen orejas puntiagudas ni van vestidos de verde, pero sí tienen unos grandes ojos de miradas atentas y profundas.
Son mágicos, porque de sus sonrisas brota una alegría contagiosa que en ocasiones te crea un sentimiento contradictorio. Algunas veces piensas que el mundo no es justo con ellos, pero sus amplias y desinteresadas sonrisas te hacen ver que lo que no son justas son algunas de nuestras quejas cotidianas.
Hay días que parecen tristes y enfadados, pero basta con encontrar el punto de cosquilla exacto para que de nuevo iluminen la habitación con sus carcajadas.
Ayer estuve un rato con un pequeño duende con el que aún no había hablado. Me mostró unos cromos de Doraemon, un bicho azul con el que no conseguimos ponernos de acuerdo en si es un gato o un marciano. No importa. El caso es que al fin nos reímos, después de meses de aislamiento y pocas defensas recorriendo su diminuto cuerpo, este duendecillo me regaló su fresca risa poblada de pequeños dientecitos. Me regaló también sus cromos repetidos, aquí los guardo, porque cada obsequio de estos duendes son como oro en paño.
Algunos de estos seres mágicos se marchan siguiendo una luz que señala un lugar más tranquilo, otros se quedan entre nosotros para seguir enseñándonos la verdadera bondad de este gris mundo.
Los que se vayan harán mella en el corazón y será complicado no recordarlos.
Los que se queden, nos seguirán enseñando que no hay nada que no pueda vencer una sonrisa.
Que no hay enfermedad, por malvada que sea, que consiga arrebatarnos la risa mientras jugamos.

(A todos los niños de Oncología del hospital Niño Jesús de Madrid)


lunes, 27 de septiembre de 2010

Extraños periodistas con suerte



Son muchas las profesiones en las que se da el intrusismo, el enchufismo, y otra serie de palabras terminadas en ismo que son igual de negativas. Sin embargo, en el periodismo se produce un añadido que suele generar tensiones y enfrentamientos; el ego. Cada cual tiene el suyo, más o menos potenciado, pero se tiene.
Poder ser escuchado en la radio, visto en televisión, y reconocido por la gente, supone para muchos una especie de ansia de gloria y prepotencia que llega a límites desconocidos.
Niños de papá (o de mamá) incapaces de articular dos palabras seguidas, se convierten así en estrellas de grandes programas y de la noche a la mañana se consolidan como grandes referencias del periodismo mundial.
Presentadoras de grandes curvas y pequeño cerebro son nuestro día a día, independientemente de si el programa fracasa, siempre hay un nuevo proyecto hecho a su medida.
Ayer mientras veía el informativo, me sorprendió ver a un compañero de universidad de enviado especial a las elecciones venezolanas. Ibamos juntos a clase, incluso jugábamos en el mismo equipo de la liga interna de fútbol. Lo curioso es que llegado el verano, mientras que yo entré de becario en una radio, él entró en la misma con un puesto de redactor de informativos y prácticamente me negó el saludo. Una casualidad que alguien sin experiencia, entre a un puesto así de forma directa. Lo más indignante es que el susodicho elemento llevaba un piercing en la lengua que le hacía tener la dicción de un camello tartamudo.
Los que me conocen saben que no suelo dar puntada sin hilo, así que la comparación con el camello responde a su negocio de venta de pastillas y marihuana que le ocupó toda la carrera. ¿Hijo de alguien?, ¿sobrino u amigo?, lo desconozco, pero resulta extraño.
El otro día se me precipitó al suelo la parte inferior de la mandíbula cuando recibí una nota de prensa con el siguiente título como asunto: HERROR EN LA ANTERIOR NOTA.
Más que Error es Terror lo que produce ver las burradas de ciertos periodistas que van de académicos por la vida y se creen que la ortografía es la escritura que se realiza con el culo.
Pseudoperiodistas utilizados como perritos falderos, sin carrera ni oficio que cada vez que abren la boca dan clases magistrales de periodismo avanzado, pueblan las redacciones y les ponen a manejar el cotarro, no por su valía, sino por la ausencia o renuncia de su vida propia.
¿Envidia de todos ellos?. Francamente no, simplemente envidia de no poder tener las mismas oportunidades.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Al otro lado del espejo (II)

En esta sección dedicada al misterio, hablamos con David Zurdo sobre el "Psicofranquismo". En un recorrido por ciertos lugares emblemáticos del franquismo en Madrid, podemos escuchar una psicofonía recogida en el Valle de los caídos.
Nuestra segunda entrega, merece la pena escucharla de noche y con el ambiente oportuno...



viernes, 24 de septiembre de 2010

Hace un año...




Hay veces que en la vida nos ocurren cosas inesperadas, que nos pillan por sorpresa, nos asaltan, y nos dejan sin palabras.
Ya sabes que mis palabras son escasas, que podrían contarse con cuentagotas y a ritmo lento, pausado, ya sabes.
Sin embargo, entre desvaríos filosóficos y conclusiones psicológicas rebuscadas, encuentro cada día una idea muy clara, que no se enturbia, y que en los días en los que estoy triste me alimenta la sonrisa, me alumbra el alma: 
Te quiero.
Pero no por cómo yo te veo, sino por cómo eres y por cómo haces que te vea.
Has conseguido que los sueños no sean propiedad de las noches, sino sensaciones que no cesan cuando mis ojos permanecen abiertos.
Contigo no hay oscuridad en mis noches, sólo tu risa, tus ojos, tu calor, tu aliento. No exíste el frío entre tus besos.
Me preguntas si te querré siempre, y a veces me callo.
Espera a que llegue el final de siempre, y pregúntame entonces si te he querido. 
Tal vez me calle, pero mis ojos, pausados, te dirán al oído que te quise, te querré, y que siempre te he querido.

jueves, 23 de septiembre de 2010

No me olvido de recordarte


Cuando somos adultos, mantenemos una memoria parcial, casi selectiva de lo que vivimos en un pasado lejano, a veces más lejano de lo que quisiéramos. Ciertas imágenes de nuestro tiempo de niños, momentos esporádicos de nuestra infancia asaltan nuestra mente como rápidas diapositivas, como fotografías o cortos fragmentos de películas que nos hacen recordar con total claridad cosas que quizá, los que ya eran adultos por aquél entonces, han olvidado.
No recuerdo sus manos, pero me han hablado de ellas tanto que soy capaz de verlas si cierro los ojos. No recuerdo su tacto, aunque tengo pruebas de que acariciaba mi pelo y me sentaba en sus rodillas cada vez que podía. No recuerdo el calor de sus besos ni el jugueteo de sus dedos buscando mis cosquillas, pero en mi corazón sí los siento.
Sentada frente al televisor mientras movía sus manos al son de una coreografía tejedora, no apartaba de reojillo su mirada de lo que yo hacía. Con esa sábana vieja que ella me daba para que emulara a los toreros que faenaban en ese momento en la pantalla, yo la pasaba una y otra vez por encima de la cabeza del pobre Isidro, con su pelo negro brillante y su cuerpo de labrador tumbado en el suelo, sin moverse, con santa paciencia canina. No recuerdo su voz diciendo Olé ante mis escasas dotes de torero, pero sé que lo hacía.
No recuerdo su olor, pero sí su presencia.
Recuerdo mis construcciones de Tente en mitad del pasillo, mis quejas cuando ella me los tiraba de una patada al pasar por mi lado. Aunque en esa patada, en ese cuerpo, ya no estaba ella, su mente viajó con premura a un mundo mejor que éste.
Hoy es el día mundial del Alzheimer y te recuerdo, aunque muchas de las fotos, de las rápidas diapositivas, de tus cortos fragmentos de vídeo, permanecen imborrables en mi cabeza cada día.
Apagaste tu luz cuando yo sólo tenía tres años y aún así te recuerdo.
Mi bisabuela, abuela bisi, Julia, jamás me olvido de recordarte.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Vampíros energéticos


Son muchos los tipos de parásitos que se nutren y viven a costa de otros. En el mundo animal exísten las garrapatas que hunden su cabecita y absorben toda la sangre que pueden, antes de ser descubiertas y arrancadas. Igualmente, los murciélagos camuflados en la noche, se enganchan a los lomos de las vacas para alimentarse y poder sobrevivir.
En el entorno del ser humano, desde hace siglos se habla de la figura del vampíro, el clásico chupasangres con colmillos afilados que tanto se ha puesto de moda con nuevas sagas como Crepúsculo e infinidad de series televisivas.
Es difícil saber si exísten  este tipo de seres, pero cualquiera afirmaría que son sólo leyendas, ficción llevada a la literatura o al cine. Sin embargo, hay un tipo de vampiro que sí que existe. Son personas de carne y hueso, no les afecta la luz del sol, ni los ajos, y si les clavas una estaca en el pecho se morirían como cualquiera de nosotros.
Esta especie vampírica se alimenta de la energía de otros, de sus fuerzas, de su positividad y sus ilusiones. La realidad es que son personas que necesitan provocar el enfado ajeno, sembrar cizaña y aprovechar que alguna de sus víctimas baje la guardia para proceder al mordisco. No deja huella, pero sí hace mella.
Muchos habréis notado la sensación de tensión, de desánimo o de impotencia ante algún compañero de trabajo, un familiar, o quizá un amigo que permanentemente os hace la vida imposible. Si es así, es que os habéis llevado un mordisco.
Se apropian de tus ideas para hacerlas suyas, se apuntan éxitos conseguidos con el esfuerzo de otros para llenar sus vacíos pechos de medallas. Te hacen dudar de tus capacidades y de tu valía, permanecen al acecho de cualquier error o síntoma de duda que reflejes, para acentuarlo y sacar partido de ello.
A fin de cuentas te chupan la energía de tal forma que llegas a agotarte y a querer rendirte. Pero no hay que hacerlo.
Como en otras ocasiones he dicho, la mejor lucha es una sonrisa, la firmeza y la humilde seguridad en uno mismo. No os dejéis arrastrar por el desánimo o por la oscuridad  interior de estos seres, que están en el mundo para mostrarnos nuevas enseñanzas y hacernos mejores.
Un corazón pleno, felíz y cargado de buenas energías, jamás puede ser vencido por cualquier Guerrero que se preste.


martes, 21 de septiembre de 2010

Los murmullos




Callan los murmullos que se pierden en los versos,
las heridas que se cierran en cristales rotos,
en ventanas cerradas de aire oscuro,
en sonidos lejanos, fingidos, pasados.
Entre tumultos las penas se vierten,
caen y se cierran en silencios pronunciados,
alargados, tenaces, profundos.
Tan callados son los pasos de mis sueños.
Tan sonoros los encierros de los pensamientos pasajeros,
de las pausas que no paran, de sonidos que no suenan,
de las verdades a medias, y de las mentiras enteras.
Sombras que escalan paredes desnudas,
luces que se desvanecen entre miradas cegadas,
pasiones que se alcanzan con las manos,
Ilusiones que llueven en sollozos aislados.
Son tan lejanos los caminos andados,
las ideas plasmadas en hojas secas,
en manos sajadas, en suelos encharcados.
Tan pacientes son las horas,
tan mías,
tan lejanas.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Atención: Peligro de quedarme frito


Es lunes. He descubierto que he desarrollado una extraña capacidad cerebral extrasensorial asombrosa, a la par que enigmática. Este peligroso prodigio ha aflorado tras muchos años de madrugones y empiezo a temer que mi cuerpo se haya amotinado al son del "no nos moverán".
Barcos de Chanquete aparte, podría decir que mi nueva habilidad responde en esencia al comportamiento sonámbulo conocido médicamente, aunque con matices algo selectivos; Tan sólo se produce como reacción al despertador.
Muchos podrán pensar que no es algo tan difícil darle un manotazo al despertador y apagarlo casi sin enterarse, pero no es tan fácil el asunto. No se trata de un reloj convencinal, sino de un teléfono móvil con la alarma activada. Requiere una habilidad especial encontrar el punto exacto de la pantalla en la que tienes que poner el dedito, para luego después arrastrar la pestaña hacia el lugar concreto para que deje de sonar.
Así dos veces. Sí, porque para más narices, tengo puestas dos alarmas con cinco minutos de separación entre una y otra. Las apago las dos, no sé cuándo, ni cómo, pero lo hago, con un par.
Menos mal que en mi cabeza debe haber algún esquirol que me hace despertar como por arte de magia e impide que llegue tarde al trabajo, a pesar de levantarme diez minutos más tarde de lo que debería.
Lo único puñetero del esquirol, es que hace la misma acción inlcuso sábados, domingos y festivos. Aunque francamente no me importa, es casi más agradable abrir un ojo y ver la hora, darse media vuelta mientras te echas la sábana por la cabeza y pensar que aún puedes dormir durante horas.
Una de dos, o un día hay huelga general y me quedo frito planchando la oreja con la almohada, o cualquier día de estos soy capaz de levantarme, freir unos huevos con chistorra y no enterarme de nada.

viernes, 17 de septiembre de 2010

2010: Odisea en el espacio


Uno de los grandes problemas existentes desde el principio de los tiempos ha sido el tamaño. Los hay que dicen que el tamaño no importa, supongo que para salvar su dignidad con preaviso, pero también se dice que el dinero no da la felicidad y es algo que jamás se lo he oído decir a un multimillonario.
No vamos a engañarnos, si alguien te llama enano te lo tomas como ofensa, pero si te dice que eres un gigante te lo tomas como un halago. ¿Por qué lo llaman Alto cargo a un buen puesto profesional?¿alguna vez habeis conocido a alguien feliz por ser un bajo cargo en su empresa?. Pichacorta ofende (supongo que ofenderá vamos)... algo de altos vuelos es positivo, el burro grande ande o no ande, y así podría estar un buen rato con ejemplos que den consistencia a la teoría.
Pero lo fundamental de todo esto es concluir que el tamaño sí que importa. Es un mal endémico que padecemos especialmente los jóvenes de este país. Tenemos que aprender a vivir en un espacio tan reducido que cuando te subes al coche estiras las piernas por primera vez en las últimas quince horas que has pasado en tu habitáculo.
El otro día empezó en Antena 3 un reallity que consiste en meter a una serie de parejas durante un tiempo en 20 metros cuadrados, lo estuve mirando un rato con atención, no porque me interesara el formato, sino porque estaba esperando a ver cuándo entraba mi hermana.
Lo presentaban como todo un reto, así que supuse que por fin alguien en mi familia ganaría algo en condiciones, ya que sólo diré que nuestro querido Baldomero era un Dogo Alemán que tuvo que adaptarse al más puro estilo Darwin y acabó convertido en Bulldog Francés, oui, como te lo cuento.
Apagué la televisión al ver que no participaba en el concurso ya que al intentar salir de su casa se quedó atascada con la puerta corredera del armario, entre el sofá-cama y el fregadero, enredada con las cuerdas de tender la ropa, que engancharon la mesilla con el pomo de la puerta, dejando caer la tabla de planchar sobre la tapa del water, torciendo la nevera los centímetros necesarios para arrugar la alfombra que movió el cuadro que taponó la salida.
Y es que por mucho que nos intenten pintar la realidad con acuarelas, por más que se inventen programitas buscándole el lado divertido, nos encontramos ante uno de los problemas más humillantes para los jóvenes trabajadores que queremos un futuro próspero en la vida.
Han conseguido que realizar nuestras vidas cotidianas dentro de las casas a las que podemos optar económicamente, más que tareas domésticas, se conviertan en una auténtica odisea en el espacio.



jueves, 16 de septiembre de 2010

Obsesivos compulsivos


Todos tenemos algo de obsesivos compulsivos, quizá en su nivel de trastorno más leve, pero si nos paramos unos segundos a pensar en todo lo que hacemos nos daríamos cuenta de que muchas de esas cosas las hacemos de manera inconsciente, pero que se repiten día tras día.
Para suavizarlo podríamos llamarlo manías, pero lo cierto es que muchas de esas manías son bastante obsesivas aunque no nos demos cuenta.
Vale que es una obligación que el despertador nos suene cada mañana a la misma hora, pero ¿es necesario que al levantarte lo primero que hagas sea sentarte en el borde de la cama y rascarte las cabeza, la espalda o cualquier otro lugar "rascable"?. Quizá todos los días tu primera decisión sea echar un pipi, vale, puede responder a la necesidad fisiológica, pero ¿siempre tienes ganas?. En la ducha me lavo el pelo y luego el cuerpo, jamás cambio el orden.
Para que las costumbres se conviertan en manías y luego se transformen en obsesiones, hay que recorrer un camino muy corto, así que cuidadito con ello.
¿Por qué nos gusta dormir en un lado concreto de la cama?, ¿por qué utilizamos todos los días la misma taquilla del gimnasio si hay doscientas más?. Seguramente se puede intentar contestar a las preguntas de forma coherente, pero para que cunda el ejemplo diré que yo siempre me siento en un lugar del sillón, podria sentarme en cualquier otra posición, pero ya no sería lo mismo, estoy incómodo y con picor de trasero hasta que no recupero el sitio.
No soporto ver una colección de libros numerada que esté colocada en una estantería sin seguir el orden numeral establecido. ¿Para qué si no los han numerado entonces?
Me como los pasteles esos que llaman "petisuis", dejando la boinita de caramelo o chocolate para el final.
Las galletas rellenas siempre las empiezo por el relleno.
Cuando voy al restaurante chino siempre me como primero el rollito.
No puedo ponerme los calecetines con los pies húmedos, ni la ropa desprendiendo calor por estar recién planchada.
Un persona muy cercana a mí, tiene que tocarse el brazo izquierdo si tú le has tocado el derecho, o tocarse la oreja izquierda si le has tocado la derecha. Así con todos los miembros pares. Si le tocas el impar no sé lo que haría.
Otra persona también muy cercana, tiene que recorrer toda la casa para comprobar que todos los interruptores están apagados antes de irse a la calle. Si no está segura de haberlo hecho, vuelve a subir porque si no, el estrés le comería por dentro.
También exíste el caso de una persona que si voy a su casa y giro el pato de cerámica de la estantería de izquierda a derecha, al entrar en la estancia recibirá como una especie de señal bluetooth, unas ondas imperceptibles por el resto de los humanos, que le hará irse derecha a la estantería y volver a girar el pato.
En definitiva, todos somos víctimas de nuestras propias obsesiones, manías o costumbres, llámalo X.
Espero que este blog se convierta en la peor de vuestras obsesiones compulsivas, ya que mientras que vosotros sigáis leyendo, yo mantendré esta manía de escribir todo lo que se me pasa por la cabeza.
Mamá, deja de llamarme todos los días a la misma hora, que siempre me pillas comiendo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Mi cárcel con rejas abiertas


Nuestra mente es capaz de crearnos barreras que únicamente nosotros mismos somos capaces de evitarlas para alcanzar nuestras metas.
Existen cerrojos que a pesar de su firmeza, acaban cediendo si se les aplica la paciencia necesaria y la confianza en uno mismo. La vida tiene etapas y hay que saber vivirlas (o sobrevivirlas) de la mejor manera posible.
Cada mañana observo el amanecer a través de una ventana con barrotes, sintiéndome como un pajarillo que ha crecido demasiado para seguir encerrado en una jaula tan pequeña. El ansia de superación es algo que nos acompaña y colabora a que sigamos aprendiendo y poco a poco vayamos queriendo más de la vida.
No sé cuántas veces más veré salir el sol desde la misma perspectiva, al menos soy consciente de que he sobrevivido a muchos días en esta etapa y que siempre hay ventanas que acaban abriéndose, permitiendo así que entre la luz de la mañana.
Soy libre de decidir sobre mis pasos, tanto si piso firme, como si piso un charco. Hace unos días un enemigo íntimo me recriminaba que escuche "Tiempo de juego" en la Cope, siendo que trabajo en la SER. No soporto las estrecheces de mente, ni las imposiciones, ni las recriminaciones dictatoriales camufladas en falsas opiniones, especialmente si proceden de fuentes secas.
Repito, soy libre. Somos libres. Podemos hacer con nuestro tiempo y nuestra vida lo que nos de la gana, mientras que con ello no seamos invasores de la libertad de los demás.
Se puede elegir, es cuestión de tiempo y todo llega. Porque afortunadamente, vaya donde vaya, siempre podré ver los amaneceres desde una ventana, quizá sin rejas que me separen de metas soñadas.

martes, 14 de septiembre de 2010

Al otro lado del espejo (I)

Al otro lado del espejo es una sección dedicada a los enigmas, misterios y hechos curiosos de la historia y de lo paranormal. Cada martes comparto unos minutos de radio con David Zurdo, gran experto en estos temas (tenéis un enlace a su web en este blog) y para los que no podéis escuchar el programa en directo os cuelgo aquí la sección.
En esta ocasión David nos habla de Arquitecturas extremas; "Germania" la mega faraónica ciudad que Hitler quiso construir en sus delirios de grandeza, y del nuevo Madrid que Franco soñó y no llegó a realizar.


El ser (in)humano


Hoy se celebra en nuestro país uno de los actos más salvajes y despiadados, que los osados que lo practican se atreven a llamar tradición. Y he dicho "uno de los actos", porque lamentablemente no es el único, sino que son unos cuantos los que tenemos que contemplar en esta España nuestra tan aficionada a maltratar animales, especialmente a los toros.
No soporto ningún tipo de maltrato animal, me hiere tanto o más que si se lo hicieran a personas. Lo siento si me lee algún taurino, pero ojalá llegue el día en el que los toros sean lidiados sin pinchazos, estocadas, ni nada que no sea el capote puro y duro.
En Tordesillas hoy se da un paso más, cazando y matando con lanzas a un pobre animal que no ha hecho nada para merecerlo.
Los defensores de esta asquerosamente mal llamada tradición, se escudan en que el toro no sufre, que aunque sangre a chorros no siente dolor y otra ristra de imbecilidades del mismo o superior calibre.
Ayer muy dignas lo defendían dos mujeres vecinas de la localidad y amantes de este maravilloso salvajismo. Era genial ver la seguridad en sus palabras y su mirada desafiante hacia el resto de los ignorantes que sólo buscamos provocar. 
¿Que no sufre el toro?. Déjeme usted la lanza señora, a ver si le hace cosquillas si se la meto por la boca y se la saco por el escroto.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Mira al pajarito


 

A todos nos ha ocurrido que hay días en los que parece que todo el mundo te mira. Descartando la opción de que te admiren por tu belleza, dado que en mi caso tengo espejos de sobra en casa para descartar la hipótesis, lo primero que haces es mirarte la bragueta del pantalón por si acaso ha habido un descuido en el cierre.
En situaciones como esas, he llegado a pensar incluso que los demás padecen un sentimiento recíproco y piensan que en realidad soy yo el que les miro a ellos, dado que la mirada siempre se convierte en mutua. Pero no, yo creo que se nota claramente cuándo eres el observado y cuándo el observador.
Probablemente sean paranollas que sufrimos de vez en cuando y que quizá sólo responda a un estado de ánimo propio. Sin embargo, creo que cada uno de nosotros desprendemos una energía que los demás son capaces de captar aunque sea de manera inconsciente. 
Si nos sentimos seguros de nosotros mismos, la apreciación que tendrá el resto del mundo, es más que probable que sea positiva.
Suele decirse que a perro flaco todo son pulgas, pero más bien creo que los perros que se sienten flacos, feos y desgraciados, atraen todas las pulgas existentes a cientos de kilómetros a la redonda.
Claro está que hay muchos tipos de observaciones, incluso una energía positiva puede atraer miradas envidiosas y mal intencionadas. 
Pero en ese caso el problema es del que mira, ya que son personas tan podridas por dentro que su única distracción es mirar todo lo que hacen los demás. Los hay que les falta tanta luz propia, que la única finalidad en su vida es apagar la de las personas que sí que la tienen. A esos se les identifica bien por su mirada.
No hay nada mejor que sentirse guapo, afortunado e inteligente, nadie tiene porqué saber lo contrario. De esa forma, incluso saldremos mejor en las fotos.
Eso sí, muy bonito esto de paz y amor interior, pero ojo, que sólo son visiones interesadas. Es decir, que hay días en los que no quieres ni que te miren las nubes, que te miras al espejo y te sale un "¿tú qué miras?", y que si se ponen a hacerte una foto y te dicen "mira al pajarito", con mirada de cazador furtivo y ceño fruncido hasta la barbilla le contestas: "al pajarito que lo mire tu padre".

viernes, 10 de septiembre de 2010

La mañana de los zoombies vivientes


Sí, los zoombies existen, doy fe. Y no esos de las películas, ni los del videoclip de Michael Jackson que incitaban más a la juerga y al bailoteo.
Sin ánimo de parecer un vejestorio desfasado, empiezo a pensar que quizá nuestras abuelas tenían parte de razón cuando decían que la juventud se pierde. ¿A que va a ser que sí?
Mientras un servidor se dispone a encontrar las llaves del coche e intento superar el sueño acumulado de la semana para ir a trabajar, me sorprenden las luces encendidas de la discoteca de al lado de casa.
Casi como si sonaran los primeros acordes de "Thriller", un grupo de estos zoombies imberbes y de faldas cortas, salen con paso cansino y miradas perdidas de las entrañas discotequeras.
De camino a la Castellana, pasando por Nuevos Ministerios, los zoombies vivientes se multiplican, cruzando de forma temeraria, con los pantalones en el límite de caerse definitivamente por los suelos y con una parsimonia digna de los que no tienen prisa, porque tampoco tienen nada que hacer ni a dónde ir.
No estudian, no trabajan, tan sólo siguen los unos los pasos de los otros. Niños y niñas que de milagro superan la mayoría de edad pero que se les ve tan perdidos que asusta.
Entre mi sueño y mi desgana laboral, siento al mirarles un poco de pena... o será que definitivamente me estoy haciendo viejo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Retransmisión del fanatismo


Cuando las posturas propias se llevan a niveles desmesurados siempre se convierten en peligrosas. El fanatismo es síntoma de los estrechos de mente y los intolerantes.
No se necesitan personas que vivan siete siglos por detrás del resto de la sociedad, tan sólo son dementes con ansias de llamar la atención.
Lo malo de todo ello es que lo consiguen. Me pregunto qué habría pasado si el tipo de la foto, en su decisión de quemar un Corán para conmemorar el 11-S, lo hubiera hecho en su iglesia evangelista con tres dementes más a su alrededor y ni una sola cámara apuntándolo. La repercusión: cero.
Sin embargo, me tiro piedras en mi propio tejado y lamento el ansia del mundo periodístico por encontrar y dar "bola" a este tipo de historias y de personajes.
Este hombre sólo se representa a sí mismo y no es más que un alarde de intolerancia, radicalismo y estupidez. Provoca a masas de otros tantos radicales que le amenazan de muerte, que al igual que él, no son representantes de ninguna religión, sino de sus más fervientes fanatismos.
Más valdría dejar las religiones tranquilas, para que cada uno de las interprete y las profese como quiera. Lo único realmente importante es aprender a respetar las diversas opiniones y creencias, sin imposiciones.
Ojalá aprendamos de los errores y así el mundo quizá vaya mejorando y seremos un poquito mejores.

All you need is love

El amor, por universal que parezca, tiene diversas modalidades y matices.
El amor de madre; que madre no hay más que una y justo tuvo que tocarme a mí.
El amor propio, del que abusamos muchos en demasiadas ocasiones y nos hace superarnos, pero llevado al extremo puede ser también el origen de nuestras frustraciones.
El amor ciego, que se da en los faltos de personalidad y produce exceso de salibación y besuqueo del suelo por donde pasa la correspondiente pareja. Esta modalidad no suele tener un buen final.
El amor pasajero, dura menos de lo que se tarda en decir un hastaluego.
El de Andrés, que es únicamente por interés.
El del Alfredo, que básicamente dura lo que te dura el pedo.
El amor incondicional; ese exclusivamente se lo he visto a varios perros. Los humanos creo que aún no lo hemos aprendido.
El amor platónico, que como su nombre bien indica, se le ocurrió a Platón y viene a decir que "El amor no es ni bello ni bueno, sino que es sed de belleza y de bondad". ¿Alguien lo ha entendido?, sólo diré que Platón nunca se casó...
El amor inalcanzable, es aquel que por mucho que te empeñes jamás tendrás ni el físico ni el dinero suficiente para tenerlo.
El falso amor, que es el que todos hemos sufrido alguna vez en nuestra vida y el que más nos ha hecho aprender aunque nos duela.
El amor de verano, que viene a ser un compendio del pasajero, del falso y el de Alfredo...
El amor de amigo, en ocasiones se mezcla con el de Andrés y con el inalcanzable...¿existe?
El amor eterno, el más bonito pero el más difícil de todos los ejemplos.
El desamor, el amor-odio, el amorío... y el dinero, él único amor verdadero.
Y ya lo dijeron los Beatles, que lo que necesitas es amor... que por más que te resistas alguno te alcanza y pobre de aquel que no lo tenga.
Y es que el amor, cuando no duele mata. Porque amores que matan, nunca mueren.

martes, 7 de septiembre de 2010

La solidaridad de los mezquinos


Me cansan los que se autoproclaman abanderados de la solidaridad y disfrutan alardeando allí por donde van de su bondad y santidad intachable.
No soporto los personajes incapaces de sostener sus vidas, pero que intentan meter mano en las ajenas para procurar sentirse menos desgraciados y redimir sus pecados.
Me revuelve el estómago los que aprovechan cualquier lugar y momento, por inapropiado que sea, para contar sus hazañas y hacer ver a los demás lo que ni ellos mismos son capaces de creerse.
Me asquean las fotos del facebook en las que estos individuos salen sonrientes con niños negritos sentados en sus regazos.
Me indignan los que se creen el más grande de los samaritanos participando en caravanas solidarias, pero aprovechan la ocasión para sacar beneficios profesionales y personales de la misma.
Los buenos actos no sólo se hacen a miles de kilómetros de distancia, ni se exponen en los lugares más visibles y más concurridos para darle lustro a una imagen personal que es francamente lamentable.
La solidaridad no se vocea, simplemente se lleva a cabo.
La solidaridad la llevan dentro las buenas personas, las malas la fuerzan, pero eso no es solidaridad sino dar limosna.


lunes, 6 de septiembre de 2010

Mi coche me mira mal


Durante el verano vengo observando cierto resquemor en la blanca mirada de los faros de mi coche. Cada vez que paso por delante parecen seguirme espectantes, casi al acecho. Al principio pensé que serían imaginaciones mías, dado además que sería de locos pensar que un coche pudiera estar enfadado, al menos sin motivo aparente.
En el tiempo que llevamos juntos el único altercado ha sido cuando le robaron su antena, suceso ajeno a mi responsabilidad como dueño y piloto por supuesto. Y es más, aquello fue solucionado rápidamente por mi, como diría Forrest Gump, muy mejor amigo al que llamaremos Tercero para no inculparle y delatarle. Lo cierto es que me consiguió dos antenas que aún sigo sin querer saber de dónde las consiguió, pero que se lo agradezco enormemente.
Fueron unos días tensos en los que mi coche no me hablaba, apenas me hacía indicaciones, y si las acataba, muchas veces lo hacía al contrario en una muestra de malintencionada dislexia galopante.
Desde entonces todo ha ido como la seda, cambio de aceite, que no era de oliva extra porque no podía (conste), nuevos filtros de aire, gasolina siempre a punto, una vida plena en resúmen.
Sin embargo, este verano parece que las cosas han cambiado. Vale que han sido muchas horas aparcado al sol, con la única compañía de la tortuga de peluche del salpicadero, que dicho sea de paso tiene unas conversaciones interesantes pero que pueden llegar a ser de ritmo lento.
¿Viajes?, pocos la verdad. Uno y gracias. Parece que no es suficiente, pero la crisis aprieta e incluso él debe entenderlo, que aquí si nos apretamos el cinturón lo hacemos todos.
Lo único ciertamente reprochable es su higiene personal, pero no es mi culpa sino de Murphy. Sí,  el Murphy puñetero de toda la vida, el de las leyes que siempre se cumplen. Dos veces ha llovido este verano, pues con eso sabéis las veces que he lavado el coche.
No llueve al gusto de todos, pero ¿por qué no puede ser la lluvia limpia?. Encima son tormentas con arena del Sáhara, que se convierte en un barro anaranjado asqueroso que hace que la publicidad del Hollyday Inn que te han dejado en el parabrisas se moje, se empaste, se seque y se convierta en calcamonía de la luna delantera para los siglos de los siglos.
Así que cada vez que paso por delante y noto la tirantez existente, digo en voz alta: "tengo que lavar el coche". Así me oye y se apacigua, o eso creo. Le he puesto un quitasoles de lo más mono y un ambientador que no es de los chinos, sino del carrefour, que ojo, es francés, ¿y de dónde vienen los perfumes?
Por si acaso voy a ver si planeo un viajecito, no vaya a ser que tenga motín a bordo y se me desmadren los cuarenta caballos, que a día de hoy me sigo preguntando cómo demonios le caben tantos equinos ahí dentro.

sábado, 4 de septiembre de 2010

La historia de nunca acabar

"Hamás promete una ofensiva de atentados contra Israel"

"La organización coordinará a 12 grupos armados para hundir las negociaciones"


Siempre se ha dicho que dos no pelean si uno no quiere. El claro ejemplo de lo que sucede cuando los dos quieren pelearse, es esta historia con un principio tan lejano que muchos desconocen su origen. Que son casi tantos como los que desconocen cuándo se empezará a ver su final.
Una historia en la que no hay malos ni buenos, sólo personas que sufren. Sólo dolor y miseria, y un alto contenido de sed de venganza.
Hace unos meses realicé un reportaje sobre el muro de Cisjordania que quizá os resulte interesante.




viernes, 3 de septiembre de 2010

Ramón Lobo

Fue mi primera entrevista cuando aún era un idealista del periodismo y ni siquiera había terminado la carrera. Tras unos cuantos años en los que la bofetada de la realidad apacigua el idealismo, recurro de vez en cuando a su blog para ver que todavía se pueden salvar los barcos y aún quedan periodistas que disfrutan al expresar sus palabras.

Ramón Lobo (Lagunillas, Zulia, Venezuela; enero de 1955) es un periodista y escritor español. Es hijo de padre español y madre inglesa y desde 1960 está afincado en España.

Licenciado en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, desde 1975 trabajó en diversos medios de comunicación como la agencia Pyresa, Radio Intercontinental, El Heraldo de Aragón, Radio 80, Actual, La Voz de América, Expansión, Cinco Días, La Gaceta de los Negocios y El Sol.
Desde agosto de 1992 destaca su faceta como periodista de guerra del diario El País, cubriendo conflictos y guerras en todos los continentes: Croacia, Serbia y Kosovo, Bosnia-Herzegovina, Albania, Chechenia, Iraq, los Territorios Palestinos, Líbano, Argentina, Haití, Ruanda, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Sierra Leona, Uganda, Congo, Zimbabue, Namibia, Afganistán, Filipinas, etc.
Tiene dos libros publicados; El héroe inexistente: está dividido en tres bloques: La guerra de los Balcanes, desde Bosnia-Herzegovina hasta Kosovo-Serbia; los conflictos en Chechenia, Irak y Haití, y las guerras africanas en Ruanda, Zaire, República del Congo, Guinea Ecuatorial y Sierra Leona.
Isla África: situado en la guerra de Sierra Leona y los niños-soldado.

Para ver su blog tenéis un enlace en la columna de la izquierda, en mi sección de "blogs amigos".
Espero que os guste.