viernes, 29 de julio de 2011

Un abanico de posibilidades

(foto:http://zopiro.blogspot.com)

La vida es un compendio de sabores, una montaña rusa que baja y sube sin dar tiempo a mirar el horizonte desde arriba.
Tocar el suelo es necesario para tocar el cielo.
Llegar a lo más alto implica no olvidar lo que existe en el fondo para intentar mantener los pies en el suelo.
Las personas van y vienen como un boomerang que se lanza al aire con una trayectoria impredecible.
Las sonrisas y los llantos están a la orden del día.
El sol entra por la ventana si se sabe alzar la persiana, si se dejan las rendijas abiertas y se tiene paciencia para que la lluvia cese.
Nuestras vidas no se componen de únicas oportunidades, sino de un abanico que se abre y se cierra a lo largo de los años.
Apreciar las cosas en su justa medida nos evita caer en excesos y en infravaloraciones.
El consejo es vivir el segundo de cada día como si fuera el último, porque nunca se sabe lo que puede ocurrir en tan sólo un instante.