martes, 5 de julio de 2011

Los derechos del orgullo

(foto:http://www.sevillaactualidad.com/)

Más allá de las tendencias sexuales de cada uno, el recientemente celebrado Día del Orgullo debe llevar intrínseco un mensaje que en muchas ocasiones brilla por su ausencia.
Vivimos en un país en el que los derechos de los homosexuales gozan de un nivel de libertad superior a prácticamente el resto de lugares del mundo. Aún queda un largo camino que recorrer para que sea completo el respeto por algo tan simple como es la elección sexual de cada uno.
Guste o no, de eso se trata la libertad, de poder tener cada uno sus pensamientos y tendencias sin que implique molestar a los demás.
Desde mi heterosexualidad no me siento agredido porque dos gays quieran acostarse juntos, vivir en pareja o casarse. Cada uno hace con su vida lo que quiere.
Me molestan los que exageran su condición, llaman la atención e incomodan, pero hay muchos hombres que producen también esa sensación en mujeres cada día.
Sin embargo, muchos homosexuales no son partidarios de la fiesta que cada año se celebra en Chueca, incluso aprovechan la fecha para huir si es que viven por la zona. No se sienten identificados con tanto descontrol y desenfreno.
Creo que cualquier excusa es buena para montar una buena juerga y por el camino se pierden los mensajes.
Hay muchos países del mundo en los que los homosexuales son encarcelados o condenados a muerte por su condición sexual, me gustaría saber de cuántos de ellos se acordaron este fin de semana en Madrid.
Da la sensación de que lo único que importa es sacar a pasear la extravagancia y dar rienda suelta a la fiesta. No digo que esté mal pasarlo bien, pero falta la seriedad de la finalidad que se persigue.
El respeto a un movimiento de gays y lesbianas lo forjan personas que defienden su condición sexual y luchan por la libertad de que muchos otros que están reprimidos puedan expresarla.
Como todo en la vida, están los que tiran del peso, y los que simplemente se suben a las carretas.