lunes, 20 de diciembre de 2010

Sentimientos navideños

(foto:angelesamor.org)

Comienza el simulacro de sonrisas y buenas intenciones.
Durante un periodo de tiempo limitado, unos cuantos días nada más, las personas de mal comportamiento y moral dudosa, se convierten en embajadores del buen rollo y la felicidad.
Las felicitaciones se suceden y los brindis a favor de los mejores deseos son el sonido común de las reuniones empresariales, de familiares y amigos.
No importa si hace una semana, la misma persona que te abraza deseándote próspero año nuevo, se estaba encargando de seguir haciéndote un infierno el año presente.
Da igual, langostino y cava para todos.
Siempre me ha gustado la navidad, pero no sé si es cierto que según te vas haciendo mayor hay ciertas cuestiones que van perdiendo su encanto.
Creo que en el fondo cada uno de nosotros somos los únicos capaces de hacer que las ilusiones se renueven, que con el paso de los años las cosas se transformen en algo cada vez mejor, distinto pero no por ello menos bueno.
A ver si consigo que me invada el espíritu navideño, porque con tanta gente enloquecida por las compras obligadas, por los atracones sin mesura y las borracheras para camuflar los problemas, es difícil encontrar el motivo de poner el pino (con perdón).
Así que sólo me queda por desear en esta navidad, a los buenos que lo pasen bien. Y a los malos, que hagan exámen de conciencia para intentar ser mejores.
Cada uno sabe a qué grupo pertenece.