viernes, 10 de diciembre de 2010

El contenido del vaso

(foto:http://www.fotolog.com/sens_08/53914018)

El pesimista no es más que un optimista mal informado.
La vida es sencilla cuando el vaso que vemos medio lleno contiene agua que pertenece a otros. Lo realmente complicado es no venirnos abajo y contemplarlo medio vacío cuando el agua nos pertenece, o es de la que dependemos para saciar nuestra propia sed vital.
Es duro mantener la visión positiva cuando los golpes los recibimos en nuestras propias manos, pero esa es realmente la prueba de fuego para saber si estamos preparados para mostrarles a otros el camino adecuado, incluso para darles consejos que nosotros seamos capaces de seguir en el momento oportuno.
No vale el haz lo que yo diga pero no lo que yo haga.
La vida pasa rápido para todos y conviene saber que las medidas son cuestión de perspectiva y de estados anímicos. 
Conviene no perderse por el camino de lo razonable y no cruzar los ríos pensando que no hacemos pie, que nos ahogaremos sin tan siquiera comprobar cuánto es de profundo el fondo.
Aprendemos de los momentos y nuestro carácter se moldea en base a las experiencias que vivimos. No es necesario que nadie nos preste su mano más de la cuenta, o corremos el riesgo de acostumbrarnos a saltar el obstáculo siempre agarrados, sin aprender a caernos ni a levantarnos.
No siempre el mundo es fácil, ni agradable entender las etapas de la vida, pero están ahí.
Conviene no contagiarse de opiniones sin fundamento, de una verdad basada exclusivamente en intuiciones que probablemente sólo nos sirvan para hacernos más daño. 
Nunca hay que confundir el realismo con el pesimismo prematuro. Puedo ser consciente y tomar las medidas oportunas.
Pensemos en el mañana como algo que vivimos en un hoy todavía, sin llorar antes de tiempo y sin bajar los brazos antes de comenzar la lucha, dando la batalla por perdida.
La única guerra que se pierde, es aquella que jamás se lleva a cabo.