miércoles, 22 de diciembre de 2010

El Sorteo de Navidad

(foto:navidad.es)

Recuerdo los sorteos de navidad como si todos se hubieran celebrado en fin de semana. Al menos a mi me ocurre, que las cosas de las que mejor me acuerdo son las que llevan más tiempo en el pasado y casi me cuesta más recordar las recientes. 
De niños todo nos marca más y los sorteos navideños no suponen para mí una excepción. Así que como en esa etapa de la vida se está de vacaciones, me parece que todos se hubieran celebrado en sábado.
Como si fuera ayer, rememoro estar dentro de la cama y despertarme con el típico soniquete de las bolas rascando el bombo, para instantes después empezar a escuchar los canturreos monótonos de los niños de San Ildefonso.
Nunca tocaba, pero hasta que ese día no llegaba no se tenía la verdadera de sensación de estar en época navideña. 
Aún a día de hoy, y eso que ya han pasado unos cuantos años, me sigue sonando rara la coletilla de euros, en lugar de la tradicional moneda. Creo que, aunque sólo fuera el sorteo de navidad, debería seguir haciéndose en pesetas.
Lo cierto es que era una mezcla de sentimientos, por un lado el fastidio de despertarme con el ruido de la televisión de mi casa, acompañada del eco de todos los aparatos televisivos de los vecinos resonando en el patio, y por otro lado el nervio de pensar que quizá mis padres rascaran algo.
Aunque para mí se ha convertido en un juego por obligación, más que nada para que si les toca al resto no se me quede a mí cara de idiota en el trabajo, siempre que juego a algo tengo tanto afán de victoria que me acabo poniendo nervioso. 
Creo que si dependiera de mí iba yo personalmente a girar el bombo.
Nunca me ha tocado y pensándolo bien, te puede tocar más en cualquier primitiva que juegues durante el año. Pero no importa, sé que algún día llegará.
Espero que los familiares, amigos y conocidos compréis de mi número, porque me va a tocar, no sé qué año ni cuánto, pero lo hará, tengo capacidad de adaptación a la vida de millonario.
El que avisa no es traidor.