Me gustan las personas con sentido del humor, no las de risa forzada y carcajada estridente, sino las del humor sutil y coherente.
Es una semana con sabores distintos, por un lado el fallecimiento de Leslie Nielsen. Un actor con un carisma humorístico que en algunos momentos podía rozar lo Grouchista de una forma moderna. Películas absurdas, pero de juegos de palabras rápidos e ingeniosos. Ni sus películas ni sus actuaciones quedarán entre las más grandes del cine, pero sin duda merecen un notable reconocimiento.
Por otro lado nos quedamos con el cumpleaños de Woody Allen. Cumple 75 años este director de físico poco agraciado e intelecto sobresaliente, que ha aportado a la industria cinematográfica grandes títulos, pero también grandes pensamientos como autor.
Siempre he pensado que lo peor de este cineasta son sus seguidores. Los hay que le consideran un genio sin haber visto más que cuatro o cinco de sus obras, pero no saben reconocer que después de realizar una película por año, exísten muchos pufos en su filmografía.
¿Que es un gran director?, sí. ¿Que roza cierta genialidad?, también. Pero me repatea el higadillo los esnobismos baratos y las opiniones sin fundamento.
Consciente de la clase de una parte de su público; bohemios adinerados, incultos del arte, analistas de lo psicológico... él mismo se mofa de estas personas, consciente de que están sentados al otro lado de la gran pantalla sin darse por aludidos.
Una semana de contraste en lo cinematográfico y en los sentimientos.
Felicitaciones y pésames, que no son más que reconocimientos que pueden brindarse mientras vemos algunos de sus legados, y seguimos riendo.
