viernes, 20 de mayo de 2011

Jornada de reflexión



Lo de la reflexión me suena a hacer dos flexiones y la verdad es que me parece lo justo porque no tengo el estado físico en condiciones como para demostraciones gimnásticas.
Aún no tengo decidido si voy a ir a votar, si votaré en blanco, nulo o al partido con el nombre más cachondo. No lo tengo decidido, aunque surgirá de forma espontánea.
Supongo que lo bonito de la Democracia es que cada uno pueda tener la opción de hacer lo que le plazca sin tener que dar explicaciones. Ese derecho lo consiguieron personas que no tuvieron las mismas oportunidades para elegir a la persona que condujo sus vidas durante cuarenta años. Probablemente les debamos a ellos ejercer ese voto.
No me gustan las crispaciones ni el intento de imponer las ideas propias sobre las ajenas. Prefiero la libre expresión que nutre las protestas pacíficas y civilizadas.
No me convence cuando alguien hace referencia a las palabras que caen en sacos rotos. ¿Qué importa que caiga dentro de un saco o no?
Lo importante es que caiga, aunque sea al suelo y se quede en charco.
El domingo cada cual tomará su decisión, ya sea por convicción, por conformismo, por apatía o por seguir a un rebaño.
No importa el motivo, siempre y cuando nadie impida que ejecutemos el derecho de votar o de no hacerlo.
Elegiremos mal o bien, eso sólo el tiempo lo sabe. Lo importante es que lo hicimos de una forma libre.