jueves, 5 de mayo de 2011
Días con sueño
Los días con sueño parece que amanece más despacio. El agua de la ducha molesta al rozar la piel pero no espabila las funciones del resto del cuerpo.
Los ojos hacen lo que pueden, pero la capacidad de abrirse está limitada. Pesan, se cierran como mecanismo de defensa ante un despertar no deseado.
La luz convierte en dolorosa la mirada, hasta juntarse en el punto exacto del entrecejo, en el lugar en el que la nariz se arruga aunque es incapaz de captar olores.
La pantalla del ordenador se convierte en un ilusionista con poder de hipnotizar y reducir tus sentidos hasta el punto más débil de las percepciones.
Pesan las horas en el reloj atado a la muñeca. Se acumulan a los años de madrugadas interrumpidas por el sonido de un despertador y a los sueños sin concluir por falta de tiempo.
Quizá hace demasiado que no consigo terminar uno. En el momento en el que el sueño debe llegar al desenlace, se desvanece de manera forzada y repentina.
A veces me pregunto en qué acabarán las historias que aparecen en mi mente cuando estoy durmiendo.
Quizá llegue a descubrirlo, incluso a soñar más rápido.
Lo único que sé cada día que me levanto, es que aún no he llegado a alcanzarlos.
Llegarán, tarde o temprano.