Más allá de la voluntad está la creencia, la Fé dirán algunos. La confianza en poder poner tu mano sobre una mesa con la tranquilidad de saber que una guillotina no caerá del techo para cortarla.
No basta con querer para poder. En los días en los que la tormenta suena con un repicar distinto, más fuerte en su impacto contra el suelo, se necesita la tranquilidad de saber que el paragüas resistirá el golpe.
Los cambios siempre son buenos si renuevan el aire y dejan pasar la calma en vez de limitarse a morir. Pero no a cualquier precio.
Siempre que se reivindica debe prevalecer la sensatez de lo que se pide y no limitarse a seguir la corriente para pescar mejor en las aguas revueltas.
El trasfondo no es de partidos, de colores, ni de vanidades.
Se trata de conciencias que no están a la venta. De pensamientos que van más allá de las verdades a medias y de las mentiras enteras.
Cheques sin fondo que casi siempre terminan en las mismas carteras. Se acaba el crédito de los que se oponen y de los que gobiernan.
No es cuestión de elegir un papel con un nombre impreso y meterlo en una urna. Sino de saber que al depositarlo, no se cerrará el agüjero atrapando tu mano, el futuro, tu bolsillo y las ganas de un mundo distinto que parece lejano.
Porque más allá de la voluntad de pedir un cambio, está la confiada creencia de que todo puede ir mejorando con el paso de los años.
No basta con querer para poder. En los días en los que la tormenta suena con un repicar distinto, más fuerte en su impacto contra el suelo, se necesita la tranquilidad de saber que el paragüas resistirá el golpe.
Los cambios siempre son buenos si renuevan el aire y dejan pasar la calma en vez de limitarse a morir. Pero no a cualquier precio.
Siempre que se reivindica debe prevalecer la sensatez de lo que se pide y no limitarse a seguir la corriente para pescar mejor en las aguas revueltas.
El trasfondo no es de partidos, de colores, ni de vanidades.
Se trata de conciencias que no están a la venta. De pensamientos que van más allá de las verdades a medias y de las mentiras enteras.
Cheques sin fondo que casi siempre terminan en las mismas carteras. Se acaba el crédito de los que se oponen y de los que gobiernan.
No es cuestión de elegir un papel con un nombre impreso y meterlo en una urna. Sino de saber que al depositarlo, no se cerrará el agüjero atrapando tu mano, el futuro, tu bolsillo y las ganas de un mundo distinto que parece lejano.
Porque más allá de la voluntad de pedir un cambio, está la confiada creencia de que todo puede ir mejorando con el paso de los años.