miércoles, 4 de mayo de 2011

Electoralitis




Esta mañana me he puesto delante del espejo y he sacado la lengua para comprobar mi estado de infección. Tras una breve inspección he llegado a la conclusión de que me encuentro en fase inicial aunque con pronóstico reservado.
De momento no tengo las pupilas dilatas, las orejas mantienen una buena capacidad auditiva y aunque se advierte un ligero colgamiento de mandíbula, no llega a ser todavía expresión permanente de boquiabierto.
Se avecina la tormenta electoral y no tengo paraguas.
Me cansan las promesas de autómatas con el discurso aprendido de carrerilla, los aplausos programados con cualquier palabra que se diga, independientemente de su significado.
Formo parte de un espectáculo del que no quiero ser cómplice. Me aburre comprobar que pasan los años y las cosas no cambian.
Otro síntoma es el sudor frío que cae por mi frente cuando pienso en los debates y en los cara a cara. Algún día les quitaré los folios del atril y veremos qué ocurre. Probablemente se lo jueguen a los chinos a falta de recursos lingüisticos y de oratoria.
Otros lo disfrutarán en su continuo empeño de trepar en una profesíón periodística con graves signos de putrefacción interna.
Yo de momento me pongo el termómetro, aún no hay fiebre.
Veremos a ver si no se convierte en crónico este ataque de electoralitis agudo.