lunes, 22 de noviembre de 2010

Gente hostil


Doy un paseo por la calle y llego a la conclusión de que algo le pasa a la gente.
Comenzando por una señora a la que le sujeto la puerta mientras le doy los buenos días y no obtengo un gracias a lo primero, ni una respuesta a lo segundo.
Empiezo a pensar que la humanidad se está enfermando y temo que pueda ser contagioso. Alguien irritado es capaz de traspasar ese estado de ánimo a los que tiene a su al rededor con una facilidad preocupante, casi como un bostezo.
Está claro que cada uno tiene sus preocupaciones, sumadas a los problemas comunes que son un bombardeo constante a nuestra paciencia.
La falta de trabajo, la subida de precios, lo que cuesta un piso o una hipoteca, la familia...
Sin embargo, creo que hay gente que saca a paseo su malas formas independientemente de si hace frío o calor, llueva, nieve o canten los pajaritos.
Parece que el precio de una sonrisa se ha visto aumentado también por el iva y el trato amable en un comercio o en una oficina es un bien escaso, como en peligro de extinción, que nadie se está preocupando en consevar.
Así que desde aquí os propongo un ejercicio. Cada vez que alguien se os acerque, antes de hablar, entregad una sonrisa. Como dicen que el ser humano es un animal de costumbres, quizá consigamos que se extienda y se convierta en algo menos raro de lo que parece ultimamente.
Podemos acabar con la irritación y la hostilidad reinante.
No es tanto esfuerzo sonreir ligeramente, no hace falta forzarlo, y con gesto amable transmitir cierta armonía mientras derrocamos a las malas formas y damos los buenos días.