martes, 9 de noviembre de 2010

Cantando bajo la lluvia


Cuando de un salto me subo a la segunda farola y dejo girar mi cuerpo al rededor de ella, la mujer del chubasquero rojo me mira con desconfianza y aprieta el paso mientras agacha la cabeza.
Luego viene el chapoteo con el agua que se ha quedado almacenada en la calle, pegada al bordillo. El hombre de la furgoneta blanca me regruñe porque le he salpicado y tendrá que llevar su vehículo toda la mañana con los pies mojados. Suele ser él quien le salpica a los peatones, pero hoy la historia le ha cambiado.
Meto mis manos en los bolsillos mientras silbo las primeras notas de singing in the rain y alegro mi paso con zancadas largas y acompasadas.
Con gesto reverencial, sujeto mi sombrero con la mano derecha mientras lo levanto ligeramente y sonrío a la vez que mi boca pronuncia un buenos días que tiene como destinatario un vecino que pasea con su pequeño perro que no lleva paraguas. Tampoco lo lleva el vecino.
Y así comienza en mi cabeza este día festivo de trabajo, en el que una mujer me mira mal por la temprana hora y la desconfianza de la solitaria calle, una furgoneta me salpica hasta la nuca y un vecino ni responde los buenos días. Su perro tampoco.
Pero como todo en esta vida depende de la forma en que lo veamos cada uno, vuelvo a ajustarme el sombrero, me subo a la tercera farola y con las manos en los bolsillos tarareo los siguientes compases mientras la lluvia sigue cayendo del cielo.