jueves, 9 de septiembre de 2010

Retransmisión del fanatismo


Cuando las posturas propias se llevan a niveles desmesurados siempre se convierten en peligrosas. El fanatismo es síntoma de los estrechos de mente y los intolerantes.
No se necesitan personas que vivan siete siglos por detrás del resto de la sociedad, tan sólo son dementes con ansias de llamar la atención.
Lo malo de todo ello es que lo consiguen. Me pregunto qué habría pasado si el tipo de la foto, en su decisión de quemar un Corán para conmemorar el 11-S, lo hubiera hecho en su iglesia evangelista con tres dementes más a su alrededor y ni una sola cámara apuntándolo. La repercusión: cero.
Sin embargo, me tiro piedras en mi propio tejado y lamento el ansia del mundo periodístico por encontrar y dar "bola" a este tipo de historias y de personajes.
Este hombre sólo se representa a sí mismo y no es más que un alarde de intolerancia, radicalismo y estupidez. Provoca a masas de otros tantos radicales que le amenazan de muerte, que al igual que él, no son representantes de ninguna religión, sino de sus más fervientes fanatismos.
Más valdría dejar las religiones tranquilas, para que cada uno de las interprete y las profese como quiera. Lo único realmente importante es aprender a respetar las diversas opiniones y creencias, sin imposiciones.
Ojalá aprendamos de los errores y así el mundo quizá vaya mejorando y seremos un poquito mejores.