viernes, 24 de septiembre de 2010

Hace un año...




Hay veces que en la vida nos ocurren cosas inesperadas, que nos pillan por sorpresa, nos asaltan, y nos dejan sin palabras.
Ya sabes que mis palabras son escasas, que podrían contarse con cuentagotas y a ritmo lento, pausado, ya sabes.
Sin embargo, entre desvaríos filosóficos y conclusiones psicológicas rebuscadas, encuentro cada día una idea muy clara, que no se enturbia, y que en los días en los que estoy triste me alimenta la sonrisa, me alumbra el alma: 
Te quiero.
Pero no por cómo yo te veo, sino por cómo eres y por cómo haces que te vea.
Has conseguido que los sueños no sean propiedad de las noches, sino sensaciones que no cesan cuando mis ojos permanecen abiertos.
Contigo no hay oscuridad en mis noches, sólo tu risa, tus ojos, tu calor, tu aliento. No exíste el frío entre tus besos.
Me preguntas si te querré siempre, y a veces me callo.
Espera a que llegue el final de siempre, y pregúntame entonces si te he querido. 
Tal vez me calle, pero mis ojos, pausados, te dirán al oído que te quise, te querré, y que siempre te he querido.