lunes, 13 de septiembre de 2010

Mira al pajarito


 

A todos nos ha ocurrido que hay días en los que parece que todo el mundo te mira. Descartando la opción de que te admiren por tu belleza, dado que en mi caso tengo espejos de sobra en casa para descartar la hipótesis, lo primero que haces es mirarte la bragueta del pantalón por si acaso ha habido un descuido en el cierre.
En situaciones como esas, he llegado a pensar incluso que los demás padecen un sentimiento recíproco y piensan que en realidad soy yo el que les miro a ellos, dado que la mirada siempre se convierte en mutua. Pero no, yo creo que se nota claramente cuándo eres el observado y cuándo el observador.
Probablemente sean paranollas que sufrimos de vez en cuando y que quizá sólo responda a un estado de ánimo propio. Sin embargo, creo que cada uno de nosotros desprendemos una energía que los demás son capaces de captar aunque sea de manera inconsciente. 
Si nos sentimos seguros de nosotros mismos, la apreciación que tendrá el resto del mundo, es más que probable que sea positiva.
Suele decirse que a perro flaco todo son pulgas, pero más bien creo que los perros que se sienten flacos, feos y desgraciados, atraen todas las pulgas existentes a cientos de kilómetros a la redonda.
Claro está que hay muchos tipos de observaciones, incluso una energía positiva puede atraer miradas envidiosas y mal intencionadas. 
Pero en ese caso el problema es del que mira, ya que son personas tan podridas por dentro que su única distracción es mirar todo lo que hacen los demás. Los hay que les falta tanta luz propia, que la única finalidad en su vida es apagar la de las personas que sí que la tienen. A esos se les identifica bien por su mirada.
No hay nada mejor que sentirse guapo, afortunado e inteligente, nadie tiene porqué saber lo contrario. De esa forma, incluso saldremos mejor en las fotos.
Eso sí, muy bonito esto de paz y amor interior, pero ojo, que sólo son visiones interesadas. Es decir, que hay días en los que no quieres ni que te miren las nubes, que te miras al espejo y te sale un "¿tú qué miras?", y que si se ponen a hacerte una foto y te dicen "mira al pajarito", con mirada de cazador furtivo y ceño fruncido hasta la barbilla le contestas: "al pajarito que lo mire tu padre".