miércoles, 15 de septiembre de 2010

Mi cárcel con rejas abiertas


Nuestra mente es capaz de crearnos barreras que únicamente nosotros mismos somos capaces de evitarlas para alcanzar nuestras metas.
Existen cerrojos que a pesar de su firmeza, acaban cediendo si se les aplica la paciencia necesaria y la confianza en uno mismo. La vida tiene etapas y hay que saber vivirlas (o sobrevivirlas) de la mejor manera posible.
Cada mañana observo el amanecer a través de una ventana con barrotes, sintiéndome como un pajarillo que ha crecido demasiado para seguir encerrado en una jaula tan pequeña. El ansia de superación es algo que nos acompaña y colabora a que sigamos aprendiendo y poco a poco vayamos queriendo más de la vida.
No sé cuántas veces más veré salir el sol desde la misma perspectiva, al menos soy consciente de que he sobrevivido a muchos días en esta etapa y que siempre hay ventanas que acaban abriéndose, permitiendo así que entre la luz de la mañana.
Soy libre de decidir sobre mis pasos, tanto si piso firme, como si piso un charco. Hace unos días un enemigo íntimo me recriminaba que escuche "Tiempo de juego" en la Cope, siendo que trabajo en la SER. No soporto las estrecheces de mente, ni las imposiciones, ni las recriminaciones dictatoriales camufladas en falsas opiniones, especialmente si proceden de fuentes secas.
Repito, soy libre. Somos libres. Podemos hacer con nuestro tiempo y nuestra vida lo que nos de la gana, mientras que con ello no seamos invasores de la libertad de los demás.
Se puede elegir, es cuestión de tiempo y todo llega. Porque afortunadamente, vaya donde vaya, siempre podré ver los amaneceres desde una ventana, quizá sin rejas que me separen de metas soñadas.