lunes, 27 de septiembre de 2010

Extraños periodistas con suerte



Son muchas las profesiones en las que se da el intrusismo, el enchufismo, y otra serie de palabras terminadas en ismo que son igual de negativas. Sin embargo, en el periodismo se produce un añadido que suele generar tensiones y enfrentamientos; el ego. Cada cual tiene el suyo, más o menos potenciado, pero se tiene.
Poder ser escuchado en la radio, visto en televisión, y reconocido por la gente, supone para muchos una especie de ansia de gloria y prepotencia que llega a límites desconocidos.
Niños de papá (o de mamá) incapaces de articular dos palabras seguidas, se convierten así en estrellas de grandes programas y de la noche a la mañana se consolidan como grandes referencias del periodismo mundial.
Presentadoras de grandes curvas y pequeño cerebro son nuestro día a día, independientemente de si el programa fracasa, siempre hay un nuevo proyecto hecho a su medida.
Ayer mientras veía el informativo, me sorprendió ver a un compañero de universidad de enviado especial a las elecciones venezolanas. Ibamos juntos a clase, incluso jugábamos en el mismo equipo de la liga interna de fútbol. Lo curioso es que llegado el verano, mientras que yo entré de becario en una radio, él entró en la misma con un puesto de redactor de informativos y prácticamente me negó el saludo. Una casualidad que alguien sin experiencia, entre a un puesto así de forma directa. Lo más indignante es que el susodicho elemento llevaba un piercing en la lengua que le hacía tener la dicción de un camello tartamudo.
Los que me conocen saben que no suelo dar puntada sin hilo, así que la comparación con el camello responde a su negocio de venta de pastillas y marihuana que le ocupó toda la carrera. ¿Hijo de alguien?, ¿sobrino u amigo?, lo desconozco, pero resulta extraño.
El otro día se me precipitó al suelo la parte inferior de la mandíbula cuando recibí una nota de prensa con el siguiente título como asunto: HERROR EN LA ANTERIOR NOTA.
Más que Error es Terror lo que produce ver las burradas de ciertos periodistas que van de académicos por la vida y se creen que la ortografía es la escritura que se realiza con el culo.
Pseudoperiodistas utilizados como perritos falderos, sin carrera ni oficio que cada vez que abren la boca dan clases magistrales de periodismo avanzado, pueblan las redacciones y les ponen a manejar el cotarro, no por su valía, sino por la ausencia o renuncia de su vida propia.
¿Envidia de todos ellos?. Francamente no, simplemente envidia de no poder tener las mismas oportunidades.