viernes, 17 de septiembre de 2010

2010: Odisea en el espacio


Uno de los grandes problemas existentes desde el principio de los tiempos ha sido el tamaño. Los hay que dicen que el tamaño no importa, supongo que para salvar su dignidad con preaviso, pero también se dice que el dinero no da la felicidad y es algo que jamás se lo he oído decir a un multimillonario.
No vamos a engañarnos, si alguien te llama enano te lo tomas como ofensa, pero si te dice que eres un gigante te lo tomas como un halago. ¿Por qué lo llaman Alto cargo a un buen puesto profesional?¿alguna vez habeis conocido a alguien feliz por ser un bajo cargo en su empresa?. Pichacorta ofende (supongo que ofenderá vamos)... algo de altos vuelos es positivo, el burro grande ande o no ande, y así podría estar un buen rato con ejemplos que den consistencia a la teoría.
Pero lo fundamental de todo esto es concluir que el tamaño sí que importa. Es un mal endémico que padecemos especialmente los jóvenes de este país. Tenemos que aprender a vivir en un espacio tan reducido que cuando te subes al coche estiras las piernas por primera vez en las últimas quince horas que has pasado en tu habitáculo.
El otro día empezó en Antena 3 un reallity que consiste en meter a una serie de parejas durante un tiempo en 20 metros cuadrados, lo estuve mirando un rato con atención, no porque me interesara el formato, sino porque estaba esperando a ver cuándo entraba mi hermana.
Lo presentaban como todo un reto, así que supuse que por fin alguien en mi familia ganaría algo en condiciones, ya que sólo diré que nuestro querido Baldomero era un Dogo Alemán que tuvo que adaptarse al más puro estilo Darwin y acabó convertido en Bulldog Francés, oui, como te lo cuento.
Apagué la televisión al ver que no participaba en el concurso ya que al intentar salir de su casa se quedó atascada con la puerta corredera del armario, entre el sofá-cama y el fregadero, enredada con las cuerdas de tender la ropa, que engancharon la mesilla con el pomo de la puerta, dejando caer la tabla de planchar sobre la tapa del water, torciendo la nevera los centímetros necesarios para arrugar la alfombra que movió el cuadro que taponó la salida.
Y es que por mucho que nos intenten pintar la realidad con acuarelas, por más que se inventen programitas buscándole el lado divertido, nos encontramos ante uno de los problemas más humillantes para los jóvenes trabajadores que queremos un futuro próspero en la vida.
Han conseguido que realizar nuestras vidas cotidianas dentro de las casas a las que podemos optar económicamente, más que tareas domésticas, se conviertan en una auténtica odisea en el espacio.