Se asomó a la ventana y descubrió el sol brillando a través de los cristales. Abrió el armario de par en par mientras las ganas comenzaban a impacientarle.
Movió las manos con rapidez buscando entre las múltiples cosas que había ido amontonando con el paso del tiempo, casi olvidadas.
Después de unos segundos, la sostuvo entre sus manos a la vez que su cara dibujaba un amago de sonrisa triunfante y algo similar a un gesto travieso.
Consiguió bajar a toda velocidad las escaleras rumbo a la calle, cada tres escalones se convirtieron en uno debajo de sus piernas ágiles.
Los árboles mecían sus hojas al compás del viento. El sol y la brisa hacían posible su propósito.
Desenredó las cuerdas hasta que quedaron bien estiradas y listas para sujetar el peso.
Lanzó con todas sus fuerzas el triángulo de tela multicolor, mientras agarraba con fuerza los extremos de las cuerdas y aprovechaba la ligera racha de aire como impulso.
La cometa surcó el viento de la misma forma que su ilusión voló por el cielo tras largos meses de espera.
Se dejó llevar por la brisa con una danza alegre que le hizo llorar de alegría, a pesar de que sus pies, aún seguían tocando la tierra.