miércoles, 15 de junio de 2011

Tertulianos a porrillo

(Ilustración: Forges)


Se propagan como una plaga por televisiones y radios de nuestro país, con una especie de carta blanca que les permite decir lo primero que se les pasa por sus supuestas sesudas cabezas, sin importar las consecuencias.
Me sorprenden los que entienden de todo sin ser expertos en nada, aunque debe ser una titulación especial, desconocida para la mayoría de los ciudadanos. Ellos se sienten iluminados y con eso basta.
Nunca he comprendido que una misma persona sirva para hablar de la Guerra de Afganistán, de la Economía mundial, del aborto o del sabor de las nubes. 
Suele decirse que Zapatero a tus zapatos, pero ir por ahí diciendo ahora mismo: "Hola, soy Zapatero", no debe ser precisamente sinónimo de éxito. Es más que probable que te miren con recelo por muy noble que sea tu oficio en el sector del calzado.
No soporto a los que pretenden adoctrinar a los demás, dando por sentado que las personas que les escuchan o ven, son tontas de remate y no van a discutir mínimamente sus palabras.
La gente está más preparada de lo que muchos se piensan. 
Intento no perder la perspectiva cada mañana cuando me siento al micrófono, mientras pienso que las personas tienen inquietudes, intereses variopintos y ganas de historias que les llenen por dentro.
Estoy cansado de los que se ganan la vida siendo unos bocazas sin escrúpulos, llevándose una pasta gansa por algo que carece de mérito.
Hay muchas cosas que deben cambiar en la profesión periodística.
Una de ellas es dar voz a quien realmente tiene algo interesante que decir y dejar de dar bola a los tertulianos obligados por contratos económicos o negocios publicitarios.
Es difícil trabajar en los medios y luchar contra este tipo de quistes de la profesión que aceleran su putrefacción.
Si alguna vez caigo en el mismo error, ruego que sin compasión apaguen la radio.