Como en las últimas fechas se lleva la tendencia del indignado, he decidido unirme a la moda ya que tengo irritada hasta la uña del dedo gordo del pie izquierdo.
Tengo los ojos como platos soperos de tanto intentar realizar mi trabajo, que es contar a los demás las cosas que pasan, sin conseguir mantener la mandíbula encajada durante más de un minuto seguido.
Mientras casi todos sacamos cuentas, el cinturón se nos queda sin más agüjeros que apretar y el sudor frío nos cae por la frente al pensar en el fin de mes, intento mantener la calma y la objetividad al contar las noticias de políticos que se están subiendo el sueldo.
Son más de los que se podría imaginar, por no hablar de las cantidades, que llegan a ascender hasta un 35% más de lo que cobraban antes de las elecciones.
El movimiento 15-M ha calado. Lo malo es que con este sol y este calor, parece que lo mojado se ha secado rápido.
La venta de motos ideológicas se dispara, los espectadores miran ensimismados y los informadores nos quedamos pasmados mientras pasamos por el aro.
Es obvio que este país necesita un cambio, proque las cosas ya no son lo que eran.
De política se habla ahora en las Iglesias y los mendigos acaban pidiendo limosna en la puerta de los ayuntamientos.