viernes, 28 de enero de 2011

El cielo cubierto

(foto: photoshop-designs.com)

Cuando las nubes lo cubren todo miras al cielo buscando la rendija por la que el sol asome. 
El rayo puede ser débil, un intento más que una realidad pero igual de apaciguador para los nervios de tempestades. 
Lo oscuro no siempre es malo y la luz no siempre es sinónimo de caminar sin tropiezos. Puede buscarse en la sombra y encontrar más respuestas de las esperadas. En lo inesperado reside el encanto de lo previamente pensado.
Cada mañana sale el sol aunque no podamos verlo y la lluvia empape nuestras ideas hasta dejarlas en charcos de sueños probables.
La buena cara del mal tiempo puede estar ligada a la tormenta que precede a la calma. Es cuestión de querer y no albergar dudas sobre el poder lograrlo.
Nadie dijo que el miedo sea de cobardes, si fuera así los cementerios no estarían llenos de valientes. 
No es bueno temer, pero tampoco hacernos inmunes a las dudas que provocan los miedos. Basta con que no nos impidan seguir adelante aunque seamos conscientes del esfuerzo que nos cuesta avanzar con paso firme.
No se debe mirar atrás salvo para esperar a alguien que decide unirse a tus pasos. Aunque a ti nunca te hayan esperado.
El cielo está cubierto, llueve, pero seguimos caminando.