viernes, 21 de enero de 2011

Complicada realidad tunecina

(foto:fotocommunity.es)

En una semana en la que llevo aún sobre mi espalda la mochila del viajero, que mis ojos se van acostumbrando a la luz de neón de la rutina, dejo atrás las calles de Roma para volver a los rincones de Sidi Bou Said, donde hace algún tiempo dejé el eco de mis pasos.
Iniciaba mi emancipación periodística, fuera de los muros de falsa realidad aprendida en la Universidad, cuando conocí la tensa calma que flotaba en el aire de Túnez. Un país árabe insistente en su caracter europeo.
Era la idea que te repetía una y otra vez cualquier guía al servicio de un gobierno atrincherado en palacios. Ansia de aparentar europeísmo de cara al exterior.
Te mostraban mujeres con pantalones, aunque nunca observé alguna que fuera vestida con colores alegres, poco fuera del blanco o negro. Te animaban a comprobar que las mujeres iban a los bares. A primera vista, mi duda era por qué nunca estaban sentadas mezcladas con hombres, siempre apartadas. Mi segunda pregunta de por qué ellas no fumaban en la cachimba como ellos, fue contestada con una sonrisa de dientes apretados: A ellas no gusta fumar amigo.
Supongo que al viajar a cualquier país europeo, si tuvieras que rellenar las típicas tarjetas de migración que entregan en los aviones y pusieras en el apartado de profesión periodista, no tendrías ningún problema. Uno menos listo, que no mintió como hice yo, dio pocos pasos antes de ser retenido por la policía e interrogado para conocer sus fines periodísticos en el pais.
Un paisaje precioso rodeaba uno de los palacios presidenciales. Hay veces en la vida que cuando haces preguntas corres el riesgo de sorprenderte con las respuestas. Si quería hacer fotos en la zona, me obligaron a hacerlas siempre de espaldas al palacio. La respuesta fue sencilla; de lo contrario podian abrir fuego contra mí en cualquier momento. Sólo le faltaba de fondo Miguel Ríos cantando el Himno de la alegría para que completara el puzzle eurpeo, sin duda.
No estoy extrañado de las últimas noticias que llegan de allí. Mi evaluación de aquellos días me dejó el resultado de un país con lugares bonitos y mentalidad extraña. Algo se mascaba en el aire.
Ejerzo mi capacidad de observación allá por donde voy. Miro más que hablo y analizo más que expreso.
Me quedo a pesar de todo con las calles de piedra, casas blancas y ventanas azules de ese pueblecito de Túnez. Tan cerca geográficamente de nuestro continente y a la vez tan lejos de lo que nosotros llamamos Europa.