martes, 6 de septiembre de 2011

Recesiones



No sé si es la Ley de Murphy, que si algo tiene que salir mal saldrá mal, o la Ley de la Castaña, que si tiene que haber una crisis será en España.
Lo cierto es que cuando todos cambiábamos nuestras frases coloquiales, cuando ya incluíamos un rayo de esperanza para nuestros bolsillos, llega otra vez la famosa Prima, el Bono Alemán, el Ibéx 35 y el Cochinillo de Segovia, y nos vuelven a subir las castañuelas a la altura de la garganta.
Nos hablan de recesión y se nos nublan los sentidos. 
Estoy seguro de que habría mucha más gente corriendo despavorida por la calle si entendiéramos mínimamente de economía.
Si algún pesimista de los de toda la vida, de ropa oscura, ceño fruncido y manos en los bolsillos, pensaba que su regocijo iba a alcanzar estas cotas, yo no le hubiera creído.
Que la cosa está muy mala, sí. Que podía ir a peor, pocos lo veíamos posible. Errare humanum est.
Así que voy a conservar las telas de araña de mi cartera, porque llegados a este punto pueden venderse a buen precio en el mercado de la seda.
Lo que está claro es que la dichosa crisis no es igual de condescendiente con todos.
Todavía existen contratos millonarios, transacciones maleantes y negocios redondos a costa del mal ajeno.
A este paso pido el exilio voluntario y me voy a la Conchinchina, con una cabra y un organillo, que lo español o todo lo que suene aflamencado, tiene un gran tirón en el mercado asiático.