lunes, 12 de septiembre de 2011

En días como ese



Nuestra memoria es un portento en su capacidad de selección natural. Desde que nacemos deposita en nuestro disco duro momentos concretos que ella misma considera indispensables.
Desde la infancia a lo más reciente tenemos un puzzle de recuerdos que componen un pasado en nuestra mente, que parece escrito con tinta que no se puede borrar.
Hay días que son más largos en nuestro recuerdo, sobre todo si tienen que ver con un acontecimiento trágico.
El 11 de septiembre de 2001 fue un antes y un después en un siglo que aún andaba en pañales.
Han pasado diez años y aún nos acordamos de lo que estábamos haciendo en el momento exacto y en la hora concreta.
El mundo se convierte a veces en un auténtico infierno y sus habitantes somos espectadores, víctimas o verdugos.
Del 12 de septiembre de 2001, no guardo ningún recuerdo.