martes, 1 de marzo de 2011

La velocidad con el tocino

(foto:techlosofy.com)

Me entretiene ver a la gente supuestamente lista que se dedica a pensar y a tener ideas que puedan aplicarse después a la vida de los demás.
Nunca he puesto en duda que un coche que choca a poca velocidad, tiene un alto porcentaje de posibilidades de causar un daño menor a sus ocupantes. Supongo que es una obviedad física y hay pruebas suficientes para pensar que es algo lógico.
Sin embargo, con el tema del carburante aparecen las primeras dudas.
La reducción de velocidad que quieren aplicar en nuestras carreteras la están enfocando, los supuestamente listos, al ahorro de gasolina. Es cierto que tampoco pongo en duda que si vamos más despacio consumimos menos, lo que no me cuadra es que la preocupación real sea este asunto.
Si el petróleo es un combustible tan caro y contaminante, ¿por qué lo seguimos usando?
¿Realmente se preocupan por nuestro bolsillo y nuestro medio ambiente, o es una mera cuestión de intereses enfocados al negocio del crudo?
Energías alternativas llaman a las puertas de un mundo desarrollado tecnológicamente, pero hay demasiadas empresas detrás de un negocio multimillonario como para arruinarles el chiringuito.
Motores de agua son prácticamente desechados, los coches eléctricos están en pañales, pero el diesel y la gasolina se ponen por las nubes.
Creo que a veces nos toman por tontos y se buscan soluciones para templar las aguas y el pueblo no salga de su letargo a rugidos. No sé si tontos, pero en cierto aspecto somos un chollo, tragamos sin protestar casi lo que nos echen. Nos desvían la atención a debates alternativos para tapar con una ligera cortina de humo el problema de fondo.
No me importa si la velocidad máxima es 110 km/h o menos, ni me interesan las razones medioambientales que nos argumentan. Sencillamente me parece un engaño.
El problema no está en la velocidad, sino en los intereses de fondo, es decir, en el tocino.