miércoles, 23 de marzo de 2011

Tambores de guerra

(foto: lamula.pe)

La guerra y la violencia por mucho que se les intente cambiar el nombre, siempre conllevan muerte, dolor y sangre de inocentes. Miles de lágrimas se derraman a causa del odio y de la estupidez humana que desde hace siglos no sabe hacer otra cosa que vivir en una lucha por conseguir el poder, un territorio o por ideas religiosas distintas.
No sé si las guerras pueden llegar a tener el calificativo de justas, porque la justicia es algo subjetivo que depende mucho del prisma desde el que se mira.
Es justo acabar con dictadores que masacran a sus pueblos y con tiranos que hacen de sus paises verdaderos infiernos. Se convierte en una ayuda necesaria para acabar con el terror y con las violaciones de los derechos humanos.
Sin embargo, la justicia no puede ser interesada y basarse exclusivamente en objetivos económicos y políticos, haciendo una especie de selección natural entre algunos países que sí deben ser socorridos y otros que no.
La tiranía debe ser erradicada de este planeta, pero no por intereses propios sino humanitarios reales y sinceros. Resulta difícil ver el trigo limpio cuando los propios aliados discuten entre sí  para llevarse el mejor trozo del pastel.
La realidad es que cada día mueren niños, mujeres y hombres en este mundo que en ocasiones lo convertimos en maldito.
No sé si es justo o no, pero sea como sea debemos cambiar el rumbo de la historia.