lunes, 11 de abril de 2011

Listas o tontas



La única diferencia entre listas y tontas que he comprendido en mi vida, ha sido la de las rosquillas tan típicamente madrileñas. En cuestión de personas el concepto se me complica y se me antoja engañoso.
Tontos conozco muchos, listos también, pero no deja de ser una apreciación personal, algo totalmente subjetivo. Es más que probable que si pusiéramos un listado de personas en común, en pocos casos llegaríamos a un consenso.
Si en la educación de la Comunidad de Madrid deciden hacer la diferencia entre unos y otros, ¿quién será el juez de inteligencias?
Un error bastante común para medir el intelecto han sido siempre las calificaciones escolares. Dudo que una nota más alta que otra sea una referencia intelectual de las personas. Influye también el calificador, además de la capacidad del maestro en motivar al alumno.
Las manías existen. Ya sé que es la excusa más utilizada por un niño desde que se inventó el colegio, pero si nos paramos a pensarlo, ¿no es cierto que un niño puede ser más inquieto o callado, más o menos participativo y cariñoso, y eso influye en el trato del prefesor hacia él?
Si hay que dividirse, yo hubiera transitado el camino de los tontos. Y que nadie se engañe, lo sigo siendo.
Sin embargo, prefiero ser un tonto lo suficientemente listo como para saber que no lo soy tanto, a que desde niño me hubieran hecho creer que soy el más listo de los listos para después darme el galletazo.
He visto por mi retrovisor a demasiados inteligentes estrellarse con sus calificaciones impecables en el primer árbol atravesado en su camino.
En un mundo en el que cada vez más se busca la igualdad en todos los aspectos, quizá una segregación de este tipo puede resultar algo extraña. Es probable que la cuestión no sea los niños y sus capacidades intelectuales, los tontos y los listos pueden retroalimentarse y aprender mutuamente.
Si nos ponemos así, quizá haya que hacer la misma separación entre profesores, que los hay más tontos que un bote y con menos psicología que una cabra montesa.
A lo mejor el problema es el sistema educativo. No es ninguna tontería.