Soy sospechoso de madridista y me declaro culpable de todos los cargos.
No me gusta cuando el fútbol deja de ser un deporte y se convierte en inflamación pectoral de entrenadores y presidentes, en pavoneo de jugadores chulos musculados o de pulgas que las matan callando.
Me molesta cuando un espectáculo que me gusta me lo estropean de malas formas. Es como si pagas por ir al teatro y a uno de los actores le suena el móvil y se pone a hablar durante una hora olvidándose de su público presente en la sala.
No me gusta Pepe, su estilo nunca me ha gustado. Pero tampoco me gusta Alves y sus infinitas "graves" lesiones durante todos los partidos, o el eterno dolor facial de Busquets aunque le pisen el dedo gordo del pie. No me gusta el juego sucio, ni en la versión patadas, ni en la dramática.
No comparto las salidas de tono de Mourinho, pero tampoco la hipócrita falsa modestia de Guardiola con su disfraz de cordero sobre la piel de lobo.
Es fácl adoptar el discurso humilde y pausado cuando el aire sopla a favor, no me gustan las personas con actitud de serpiente, las prefiero claras y sinceras aunque resulten bruscas.
Hace una semana perdió y le entraron los nervios y las malas formas. Está claro que el que no llora no mama y desde ayer se está dando un atracón sin soltar ni un sóla lágrima.
A ver si terminan ya estos enfrentamientos, que la apuesta futbolística de mi equipo me aburre y la del contrario ni se diga.