Los Derechos Humanos entienden de raza, de religión, de nacionalidad y de injusticia. No debería ser así, pero el cinismo tiene esas desventajas y las reglas del juego suele inventarlas el que pone el tablero sobre la mesa.
Nos echamos las manos a la cabeza cuando nos hablan de China o de países árabes en general. Cuando se trata de occidente, de un lugar famoso por el supuesto sueño americano y adalid de las libertades , entonces la cabeza nos da dos vueltas de campana y se nos nubla el juicio.
No creo necesario que hayan tenido que salir a la luz informes de Wikileaks sobre Guantánamo, para ser conscientes de las atrocidades que llevan cometiéndose en ese lugar desde hace años. Lo sabemos y miramos hacia otro lado.
La justicia se convierte en injusticia con independencia del lugar en el que se cometa.
"El iraní Bajtiar Bamari era traductor, y vivía en Afganistán a finales de 2001. Estados Unidos luchaba entonces en el país para derrocar al régimen talibán y tratar de encontrar a Osama Bin Laden. Se le ocurrió que podría ser una buena idea acercarse a la base norteamericana de Kandahar para ofrecer sus servicios como intérprete y guía. Se equivocó. Fue detenido y trasladado a Guantánamo el 17 de mayo de 2002, donde pasó dos años preso. No tenía ningún vínculo con Al Qaeda ni con los talibanes. Tampoco los tenía el director de escuela sudanés Al Rachid Raheem, encañonado y arrestado en su casa de Peshawar (Pakistán) cuando estaba a punto de meterse en la cama; ni Mahngur Alijan, un afgano que hacía autostop para comprar medicinas; ni el turco Ibrahim Shafir Shen, que huía de la guerra; ni Noor Ahmad, que acabó en Guantánamo por no tener dinero para pagar un soborno a la policía paquistaní después de que los agentes lo encontraran indocumentado." El País, lunes 25 de abril de 2011 http://www.elpais.com/articulo/internacional/160/reclusos/inocentes/poco/peligrosos/elpepuint/20110425elpepuint_5/Tes
No somos consecuentes con nuestras ideas, tan sólo dejamos que otros elijan los temas por los que debemos protestar, la situaciones que deben indignarnos o aquello por lo que debemos sufirir.
Los medios de comunicación podemos ser usados de forma positiva o como arma de destrucción masiva. Nos convertimos en jueces de lo que puede o no puede ser importante. Los Gobiernos hacen el resto.
La realidad no deja de existir por el mero hecho de desviar la mirada.
Los infiernos terrenales son los que queman el mundo y nosotros no podemos avivar los fuegos mientras agarramos el bidón de gasolina en nuestras manos.
La Justicia, la Libertad y la Vida, nunca pueden depender de matices.