martes, 8 de febrero de 2011

Los días de la boina

(foto: EFE)

Madrid se esconde entre una boina de aire sucio, que nos ataca a los pulmones más que el humo de veinte fumadores sentados a nuestro lado en el desayuno.
Se confirma que la contaminación del cielo madrileño es causado por los miles de fumadores callejeros obligados por la Ley Antitabaco. La policía tomará medidas drásticas y hará tragarse el cigarrillo al que vea dar más de dos caladas seguidas.
Algo tan español como una boina se ha convertido en el peor enemigo para nuestra salud.
Nuestros políticos, también llamados dirigentes aunque el nombre no termina de convencerme, nos instan a dejar el vehículo en casa y a acudir a nuestros puestos de trabajo en transporte público. Espero que ellos prediquen con el ejemplo y hagan lo mismo.
Quizá sería más fácil conseguir el uso del transporte público si por ejemplo en las horas puntas fuera gratuíto, o que en general estuviera ya pagado el billete con nuestros impuestos.
Igual que voy al médico de cabecera y no me cobra la consulta, quizá el metro o el autobús no debería cobrarme la carrera.
De momento, aunque algunos se dediquen a quitar los medidores y así parezca que todo está en nivel verde y muy limpito, la suciedad en el aire se mantiene en nuestras cabezas.
Dicen que de Madrid al cielo, pero a este paso vamos a perder la orientación y necesitaremos un gps para encontrar el camino a nuestro firmamento.
A ver si lo de la boina y el humo va a ser consecuencia del cabreo común, que desde que ha empezado el año, estamos todos que fumamos en pipa.