miércoles, 9 de febrero de 2011

Elecciones literarias

(foto:educacem.com)

No soy un defensor del sistema educativo de nuestro país, ni del actual ni del pasado. Pero no deja de ser más que una opinión personal. Ni soy experto en educación, ni pretendo serlo. Hablo de lo que vi, sentí y padecí como estudiante, además de observar detenidamente a los que estudian hoy en día.
Es probable que centre más mi mirada en el colectivo docente que en el alumnado, quizá por cercanía de edad o de perspectiva profesional. Puede que las dos cosas.
Con el paso de los años la literatura se ha convertido en una agradable compañera vital para mí, cientos de libros han pasado por mis manos.
Algunos han sufrido mi pasar de páginas y viajes en mis bolsas y maletas, mientras que otros han sido fugaces intentos que no lograron aportar la satisfacción necesaria para acompañarme.
No entiendo las lecturas obligadas. Cuando empiezo a ver una película, termino de verla si me gusta o interesa, en caso contrario cambio de canal o apago el DVD. Hay gente que cree que con los libros no puede hacerse lo mismo.
Cuando comienzo una nueva novela lo hago sin prejuicios, pero si no pasa el exámen de un número de páginas considerablemente suficientes, cierro sus tapas sin la menor pena y paso al siguiente.
Lamentablemente en nuestros años de estudiantes no podemos hacer lo mismo. Eso es lo que precisamente me lleva generando dudas desde hace tiempo. Las elecciones literarias del sistema educativo distan mucho de lo que realmente podría ser un fomento de la lectura entre los jóvenes.
El Quijote nos quema entre las manos cuando en realidad es una obra maravillosa, pero tal vez demasiado pesada para perder la virginidad lectora. El cantar del mio Cid u otros clásicos tampoco son una ayuda especialmente buena. Sería enriquecedor leer fragmentos, pero quizá no el libro completo.
Creo que se conseguirían resultados más positivos por caminos más cercanos al Capitán Alatriste o ciertos cuentos y novelas juveniles. Curiosamente se sorprenden de que los niños devoren a Harry Potter.
Es cuestión de correctas o incorrectas elecciones literarias. Como este blog.