martes, 20 de julio de 2010

El hombre de Anantapur


Cuando metemos un pie en premios politizados, es mejor hacerlo poquito a poco, mojándose primero la punta del dedo gordo, para ir acostumbrándose a la temperatura. Despúes de ver cómo se entregan premios de un supuesto prestigio, como el Nobel de la Paz, por lo que un personaje puede hacer en el futuro en vez de por lo que ha hecho, entran las dudas del prestigio y del reconocimiento en cuestión. Conste que no tengo nada contra Obama, pero tampoco tanto a favor como para considerar merecido el premio.
Sin embargo, parece mentira que nos encontremos injusticias como la que se comete con un hombre, que no comulgó con la Iglesia que algunos hombres se han empeñado en crear, a pesar de ser un religioso, y que durante 40 años tuvo como única preocupación la sonrisa de unos niños que tienen dificultades para encontrar siquiera una sonrisa.
Esas son las personas imprescindibles, los necesarios en este mundo y los que merecen todo nuestro reconocimiento, aunque estoy convencido de que no lo querrían para sí, sino para repartirlo con el resto.
Necesitamos más Mandelas, más Vicentes y más gente buena que nos contagie de bondad y ganas de ayudar a los que menos tienen.
¡Premio Nobel para Vicente Ferrer ya!

Firmad aquí para pedirlo:
http://www.nobeldelapaz.org