miércoles, 30 de noviembre de 2011

Pagar hasta por respirar


A veces me pregunto si no terminaremos por pagar el aire que consumimos.
Nos cobran la luz, el agua, la basura, la salud, la educación y otras muchas más cosas. Ahora se plantean cobrar también las carreteras para circular por ellas. Sería una evolución de nuestro ya conocido peaje.
Quizá debamos pagar tasas por aire respirado o por rayos de sol absorbidos. Inspirar y expirar en la consulta del médico lo cubrirá la Seguridad Social.
Hablar más de dos horas al día será considerado contaminación acústica y las multas podrían ser ejemplares para el osado periodista que se exceda a través de las ondas.

El que pise fuerte pagará un impuesto extra distinto a los que anden de puntillas. Será cuestión de desgaste de las calles y uso indebido de las vías públicas.
Para que algunos puedan malgastar billetes, otros deben alimentar la cadena.
La sociedad cambia hacia un modelo de consumismo obligado, de gasto más que de ingreso para los ciudadanos, y de recaudación desmesurada para achicar el agua del barco que se inclina queriendo tocar fondo.
Los modelos sostenibles son un futuro esperanzador, pero hay demasiados intereses económicos como para que les dejen asomar la cabeza tan facilmente.