miércoles, 11 de agosto de 2010

Fragilidad de memoria


Los seres humanos actuamos por impulsos, suelen movernos las injusticias (contra nosotros mismos o ajenas) y los desastres humanitarios que requieren solidaridad. Sería curioso que pudiera medirse la duración de los mismos, para saber si realmente somos como gatos a los que nos pisan el rabo y  saltamos, o como personas que luchamos y ponemos de nuestra parte hasta que un problema queda resuelto.
De esta reflexiones surgen las dudas.
Con estas dudas me viene a la cabeza Haití.
Se cumplen siete meses del desastroso terremoto que ha dejado un país entero derruido y con miles de personas con un futuro peor que incierto. Durante el primer mes las muestras solidarias se multiplicaban en forma de programas informativos especiales sobre el tema, campañas publicitarias de ayuda en las televisiones, radios, plataformas digitales e incluso de compañías de telefonía.
¿Qué ha cambiado siete meses después?
Que el impulso ha perdido fuerza, hasta el punto de que muchos de los que lean estas líneas volverán a pensar en Haití después de mucho tiempo (yo también lo he hecho).
La solidaridad no sólo se demuestra dando dinero, también es necesario el pensamiento colectivo, el luchar para que el dinero aportado no sirva para enriquecer a unos cuantos que no se preocupan por el futuro de familias enteras que ni siquiera tienen un techo donde pasar la noche, ni un trozo de pan que llevarse a la boca.
No es necesario que la ayuda salga de nuestros bolsillos, basta con mostrar interés por lo que meses después sigue ocurriendo.
Basta con no padecer de forma colectiva esta injusta fragilidad de memoria.