viernes, 5 de agosto de 2011

Mi indignación no era ésta



Con el paso de los meses me he ido afianzando en la idea de que no me siento representado por los políticos que tenemos gobernando este país, ni esperanzado por los que más que probablemente vendrán. 
Era una idea que ya tenía clara, así que sólo ha tenido que cuajarse un poco más dentro de mi cabeza.
El otro pensamiento fue con el nacimiento del 15M. Unas ideas de fondo compartidas, una indignación lógica por todo lo que tenemos encima y un deseo de cambiar la realidad imperante, pero me dejé una carta de desconfianza bajo la manga.
Me gusta ser seguidor de mis pensamientos y palabras, y aún así a veces me contradigo.
Jamás he sido presa fácil de masas pensantes con cabecillas organizadores.
Tras las elecciones pensé que el movimiento debía continuar por el cauce del río para no quedarse estancado y generar barrizales.
Por desgracia se veía claramente que no iba a ser así.
La indignación por la situación que tenemos no consiste en la cabezonería de entrar a la Puerta del Sol, atrincherada para turistas desde hace días. No estoy con los supuestos indignados que arruinan a los comerciantes de la zona y manchan el nombre de mi ciudad como destino turístico.
El movimiento 15M no puede basarse exclusivamente en acampar en la plaza y perder la razón y la fuerza con cada día que pasa. Quiero pensar que los verdaderos indignados no son esos. Si es así tampoco cuentan conmigo.
No me gustó ver cómo un grupo de los que dicen representar el movimiento, nos increpaba por ser medios de comunicación, nos avisaba de que nosotros no marcábamos sus tiempos y se reunían en asamblea para decidir si hablaban con nosotros, cuándo y dónde.
A ese cabecilla del tres al cuarto, tengo que decirle que los periodistas mileuristas que nos levantamos a las 5:30 de la mañana para simplemente informar de lo que ocurre, estamos igual o más indignados que cualquier otro, e intentamos luchar desde donde podemos.
Nunca hay que desaprovechar la oportunidad de expresar libremente las ideas positivas si se quiere crear conciencia en la sociedad. 
Estas personas ya no son los que comenzaron la brecha para una democracia real. 
Las asambleas abiertas han dado paso a esta serie de personajes sin sentido que han hecho que, al menos en mí, se haya apagado esa pequeña llama de esperanza.