jueves, 18 de octubre de 2012

Doble vara de medir


Algunos tenemos la extraña suerte de ser analizados con lupa en cada una de las acciones que llevamos a cabo durante el día. Hablo de suerte, ya que ante la queja del férrero marcaje al hombre que recibimos, obtenemos por respuesta que la situación es así porque somos piezas importantes en la labor que realizamos.
Sinceramente nunca he sido de los que eluden responsabailidades, es más, siempre doy el paso al frente cuando hay que tomar el mando en alguna situación. No sé si por la gran confianza que tengo en mis capacidades, o porque prefiero meter la pata yo, que siempre es mejor a que la metan otros, ya que después sabré cómo arreglar la desgracia si es preciso.
El yo me lo guiso y yo me lo como, aunque quizá sea una característica negativa en mí, egoísta, egocéntrica o cualquier otra palabra que empiece por ego, forma parte de mi personalidad y es mejorable, aunque francamente inevitable.
Los tontos son tontos y qué le vamos a hacer. Los que se lo hacen, son unos listillos convincentes que viven bien, pero nunca dejarán de ser unos mediocres. No les envidio, pero sí me tocan los órganos reproductores masculinos.
Si se me exige más que al de al lado por ser más capaz, más listo, o más alto, se me debería recompensar de manera proporcional entonces. Pero ahí el juego se rompe, esas reglas no interesan.
Interesa más minar la moral de las personas, no reconocer el trabajo bien hecho, y dar vueltas y vueltas a la tuerca, seguir apretando.
Lo malo es que algunos, estamos a punto de pasarnos de rosca.