Hay veces que estoy sentado delante de la televisión y se me ponen los ojos como platos soperos al escuchar los mensajes de ciertas publicidades.
Resulta que Movistar rebaja la autoestima y el amor propio a niveles nunca vistos, con tal de que alguien no abandone a otro. Pueden hacer todo lo que la otra persona diga. Aceptan madrugar, pasar frío, hambre, alergías, que se rían de tí, que se metan con tu hermana... sólo piden a cambio que "estés conmigo".
¿Qué tipo de humillación y falta de caracter y amor propio es esa?
Luego llega la niña del IKEA y anima a sus padres a dormir tranquilos cantando una especie de nana un tanto satánica, que dice que dentro de la casa no hay monstruos ni cosas raras, sólo almohadas que tienen alas.
¿Pero qué concepto de lo raro tiene esta criaturita?
Yo veo en mi casa una almohada con alas volando por el salón y no paro de correr hasta que llegue a Albacete.
No soporto que me grite la de Wipp Express, y nunca compraría un coche anunciado por Raphael.
Hablando de coches, el de la parejita que decide poner voces de doblaje en uno de ellos, mejor que se paguen un hotel o se dediquen a otro tipo de doblaje más acorde con sus gustos. Porno sadomasoquista.
Siempre he criticado la falta de originalidad en las ideas de los publicistas.
Afortunadamente, de vez en cuando, alguno nos sorprende con una aportación interesante y arregla el desaguisado del resto.
Aunque después aparece Pablito y sus 200 amigos con el mojón curioso, el niño repipi del Kinder sorpresa que parece que habla tosiendo, o la niña chucky de repsol enseñando los dientes, y el nivel vuelve al subsuelo.
Para terminar, un aviso: Padres de la niña de IKEA, tenéis derecho, pero yo que vosotros ni se me ocurría dormir tranquilo.