viernes, 28 de octubre de 2011

El vals de las neuronas economizadas


Prometo que lo intenté. Eso que vaya por delante.
Hice el esfuerzo de leer la sección de economía ayer y nadé durante un rato hasta acabar muriendo en la orilla.
La letra E (mayúscula), en negrita y al menos 14 puntos Times New Roman, me miró con ojos de incredulidad al vislumbrar mis intenciones, y terminó desternillándose con las dos letras siguientes hasta lograr un eco irrisorio bastante humillante.
Creo más en David el Gnomo que en los bancos y cajas de ahorros.
Él nunca me ha cobrado una comisión inexplicable, ni me quita ni me pone décimas en mi cuenta corriente. Digo décimas y no ceros, ya que esos redondeles que finalizan las cifras suelen brillar por su ausencia.
No entiendo de índices bursátiles, ni de primas de riesgo, ni de IBI, IRPF, PIB, IVA, BCE, GTI, LCD, ni la madre que les trajo.
Abro la cartera y la economía es lo que llevo encima. Lo que mi disminuyente cuenta bancaria me solloza y suplica. Lo que me cuesta comprar un kilo de fruta que es tan buena para la salud pero tan mala para el bolsillo.
Hago el intento profesional y el ejercicio periodístico de no saltarme la sección de color salmón, pero es que acabo con escozor de coco y obnubilado con el vals que se marcan agarradas mis neuronas al son de una música exclusiva del interior de mi cabeza.
Soy un economista de mi casa, excéptico de la entidades bancarias y de los banqueros engominados.
Voy a hacer el esfuerzo a ver si lo termino logrando, a ver si soy capaz de leer la sección entera. Aunque será otro día, ya suena la música, silencio, las neuronas están bailando.