(foto:pucpr.edu)
El otro día mis órganos oculares sufrieron una desmesurada apertura, que produjo que el ojo derecho se saliera de la cuenca y el izquierdo de la casa colgada.
Resulta que el pasado viernes se puso en marcha un dispositivo especial de tráfico para el puente.
Que el miércoles sea fiesta y tomarse libre el lunes y el martes, nunca se le puede llamar puente. Hasta un arquitecto romano experto en acueductos sería capaz de identificar la diferencia insultante. Vini, vidi, aquaeductus est.
El común de los trabajadores de este país, nos hemos levantado hoy con la agradable sensación de una semana diferente. Siete días repartidos en tres festivos y cuatro laborales se aproxima a lo que todos podríamos entender como una buena semana.
Sin embargo, pensar que los hay durmiendo a pierna suelta, disfrutando de vete tú a saber qué bonito lugar y sin ápice de estrés, hace rechinar los dientes y tenerles un pelín de envidia cochina.
Como la envidia es muy mala y es más saludable el rollito de la paz interior, del pequeño saltamontes y esas historias, cambio el recelo por la propuesta amistosa con tendencia pelotera.
Admirados acueducteros de España; piedad de los esclavizados, un poco de por favor, y a ver si nos lleváis con vosotros a la próxima.