Bajo el cielo azul de una mañana cualquiera, la risa es más abierta si el pensamiento está repleto de recuerdos que aún están por suceder.
Un futuro presente que se encarga de llenar los pulmones de aire fresco y que al expirar lanza muy lejos los vapores rancios y olores fétidos de los desinteresados.
Los malos no son tan malos ni los buenos tan buenos, sobre todo si su actitud se adivina manipulada.
No importa, los unos como los otros dejan libre el espacio para que las nubes altas, transparentes y ligeras, dejen ver más allá de una luna que se resiste a irse a dormir y se convierte en mañanera.
No hace falta llevar paragüas si se confía en que no llueva.
Son inncesarios los chubasqueros si hace mucho tiempo que las tormentas se hicieron pasajeras.
Bajo el cielo azul puede que hoy las horas sean algo especial, aunque pertenezcan a un día cualquiera, que no lo es, porque ella espera.